Lily Lloyd
—¡Esto está mal! —exclamo con frustración y Mitch me mira preocupado.
—¿Hay algún problema con el documento o con el proceso?
—¡¡Conmigo, Mitch! Conmigo… —apoyo los codos en el escritorio y entierro mi rostro entre mis manos—. Yo soy la que está mal y no me puedo concentrar.
—¿Puedes decirme algo que no sepa? —separo mis manos y lo veo a través de ellas—. Desde ese encuentro fuera del teatro no has hecho más que perderte en tu mundo y no sé si es porque estás ansiosa por encontrar a tu gemela o porque quieres saber qué demonios le pasó a Huxley.
—Por las dos —él levanta una ceja y suspiro recostándome en el sillón—. Pero más por lo de Jake.
—Yo creo que por hoy hemos terminado.
—Mitch, son las diez de la mañana.
—Exacto, de aquí a Londres son como… dos horas de viaje, por lo que te sugiero salgas ahora mismo de aquí para que llegues temprano, hables con él y te regreses antes de la cena.
—No puedo irme así nada más, debo avisarles a mis padres para organizar quién recoge a