— ¿Por qué no aceptas ninguno de mis regalos? ¿Acaso no son de tu agrado? ¿Qué deseas? Si no está en el palacio puedo mandarlo a buscar afuera, debe haber algo que…— se levantó de su asiento para ir caminando hacia ella.
Por mucho que quisiera enojarse, su sola presencia lo hacía respirar satisfech