- Freya, hija, estás hermosa – una elegante vampiresa miraba a su hija que se arreglaba en el espejo
- Estoy segura de que Rudolf va a quedar embelesado contigo, no tendrá ojos para nadie más.
Freya se miraba complacida, con el vestido burdeos que se pegaba a su figura y la hacía lucir refinada y