Irene.
Varias preguntas saltaron al saberme frente a la mujer que tenía frente a mí. En tanto ella caminó hacia la sala como si nos conociéramos de toda la vida, sentí la necesidad de preguntar a qué se debía su visita.
Pero al final me quedé en silencio.
La seguí hasta el mueble donde se sentó, colocó su bolso a un lado y suspiró indicando que me sentara a su lado tambien.
__ ¿Eres amante de las plantas? - se fijó en las macetas pequeñas que tenía en algunos sitios de la sala. Algunas pintadas a mano y otras que aún estaban en proceso. - A mí me encantan, tengo mi jardín repleto de muchas de ellas.
__ Sí, me gustan un poco. - seguí su conversación para romper el hielo. - Pero creo que no vino a mi casa para preguntarme si me gustan las plantas. - fui directa. - No es por ser una mala...
__ No te preocupes. Entiendo tu postura y créeme, es mejor que seas directa. Me gusta. - sonrió con naturalidad. - Iré al grano, tampoco quiero interferir en tus labores.
__ No es por eso, sino po