Edmond se sorprendió por mis repentinas palabras. Por fin dejó de hacer lo que estaba haciendo y me miró descontento. "¿Por qué de repente tienes una rabieta? No es culpa mía que no haya ninguna pista. ¿Por qué estás tan enfadado conmigo?".
Respiré hondo y reprimí mi ira. Le miré directamente a los