Edmond se volvió para mirarme. Al momento siguiente era un borrón. Inesperadamente, su mirada consumió mi visión. Me rodeó con los brazos y me apretó la espalda con las manos, estrechándome contra él. Su boca reclamó la mía con avidez.
Los besos de Edmond eran abrumadores. Sentía su respiración acel