Dean tomo su cintura, sentándola en su regazo, mientras tomaba un puñado de su pelo.
—Adaira... -susurro apartando su rostro, sin embargo aquel rostro frio y serio no estaba frente a el –. Tú no eres Adaira... Tienes que irte.
Megan se apartó furiosa de el:
—No soy Adaira, y esto está mal, pero no puedo con esto. –Comenzó a llorar, dejándose caer en el sofá. Dean no sabía que decir al respecto y en cualquier caso solo podía balbucear en aquella situación dejándolo vulnerable.
—Deja de llorar, ¿qué he hecho?... –siguió balbuceando.
A la mañana siguiente, Dean despertó y miro a sus costados, había bebido demasiado la noche anterior y sabía que eso no era correcto para ser un futuro rey. Salió del estudio rumbo a la habitación donde Adaira estaba.
Dean entro a la habitación y vio a la mujer mirarse seria frente al espejo, era una imagen digna de una foto.
— ¿Qué quieres? –hablo Adaira sin dejar de mirar