Esta sentado en el sucio suelo con la espalda pegada a la pared. Tiene la vista fija en el techo, hasta que poco a poco la posa sobre mí.
— ¿A qué has venido? — pregunta transformando la cara en una mueca.
Ni yo lo sé. Supongo que he bajado sin permiso para que me de alguna explicación, para intentar comprenderle o simplemente, para verle el rostro antes de que lo ejecuten.
— ¿Tienes familia? — pregunto deseando que diga que no.
— Tres hijos y una esposa que no puede trabajar.
— Por qué entraste anoche?
— Porque tu dinero no puede caer en manos del rey.
Miro hacia el fondo del pasillo. Mi mentira tiene que durar lo suficiente como para comprender lo que está ocurriendo.
— ¿Por qué?
— Porque solo lo quiere para controlar más a la gente con sus guardias y sus armas. Nos morimos de hambre, por si no lo sabes — suelta una risa cansada — tu dinero traerá muerte.
— ¿Por qué? — susurro.
Sus palabras me han afectado. Mi diner