Una medía hora después nos encontrábamos llegando al mirador. Acomodé mi abrigo y bufanda y luego bajamos para caminar hacia la orilla del mirador. Me apoyé sobre el frío metal y sentí que mis palmas se quemaron un poco debido al frío así que tuve que alejarme.
—Vaya. — Miré los brillantes ojos de Austin mientras observaba aquella hermosa vista. Se alcanzaba a ver las montañas cubiertas por la nieve justo detrás del pueblo, el cual desde esta altura parecía una maqueta de un pueblito navideño salido del Polo Norte.
—¿Es increíble no?
—Realmente hermoso. — Sonreí aliviada de que le gustara.
—Solía venir aquí cuando me sentía enfada y triste. Es mi lugar de calma. Poder imaginar historias divertidas de la gente del pueblo pensar en que cosas que los alegren podrían estar haciendo, todo eso aliviaba mi corazón. — El pelinegro se giró a verme con las cejas levemente alzadas.
—¿Es tu lugar de confort?
—Sí, creo que puede definirse de esa forma. — Asintió mirando hacia abajo y luego a