Mis pobres brazos se encontraban entumecidos. Los primos de Austin me tenían bien sostenida mientras mi falso marido los veía con una expresión de total desprecio.
—Mocosos, suelten a Sofi por favor.
—Deberías decirle esposa ¿no? Escuché de la tía que ya te casaste. — Respondió la rubia con una sonrisa pícara. Austin pasó su mano sobre su cabello mientras movía la pierna con ansiedad. Erik apretó su agarre y yo apreté los ojos. No quería ser grosera con estos chicos, especialmente porque eran la familia de Austin. Volteé a ver al chico y tuve que mirarlo para arriba. Era más alto que yo, maldigo la altura de esta familia.
—Erick, Ava, hablo en serio. Si no la sueltan, voy a matarlos.
—Primo, ¿nos estás menospreciando?
—Ava. — Los dos no parecían dispuestos a soltarme. En verdad esta era una familia rara, pero no quería quedarme callada.
—Chiquillos. — Los tres me miraron. —¿Harían el favor de soltarme? Me duelen mis brazos y si siento que uno de mis miembros está adolorido, no tendré