—¡Mierda, Caleb! —gruño cuando me doy cuenta de que el peso que sentía sobre mí, era un hombre.
—Mmm —se queja él y me aprieta más a él, yo bufo porque tengo que salir de su agarre.
—Caleb, m*****a sea, la alarma —digo, intento golpearlo pero él no se mueve—. M****a, que sueño más pesado tienes.
Intento pasar sobre él pero sus brazos me lo ponen muy difícil, estiro mi mano mientras maldigo hasta que agarro el despertador y lo apago, me dejo caer en la cama suspirando.
—¿Qué hora es? —pregunta un Caleb adormilado, me doy vuelta para mirarlo, se ve sereno, con sus ojos cerrados y el rostro tranquilo, se ve hermoso.
—Hora de levantarse muchachito, tienes que irte —digo, él se da vuelta, abre los ojos y se los refriega mirando a todos lados
—¿Estarán tus padres abajo? —pregunta, yo asiento y me levanto para agarrar mi ropa y dirigirme hacia el baño—. ¿Cómo me iré?
—Pues, tendrás que bajar por la ventana —digo, él abre los ojos y me mira, yo me encojo de hombros y le doy una mirada