Sebastian Goldberg
—¿A dónde? —pregunta Henry del otro lado de la línea.
—No puedo decirte. —se escucha cuando maldice entre dientes.
—Necesito saber que te vas a cuidar, recuerda, tienes una hija por quién cuidarte y regresar.
—Lo sé, estaré mañana por la mañana de regreso en el hospital.
—Bien, cuídate mucho por favor, no quiero más sustos.
—Gracias, Henry, cuida mucho a mi hija.
—Lo haré, repórtate cuando puedas. —después nos despedimos, corto la llamada y suelto una maldición, siento una punzada de dolor.
—¿Está bien, señ