La fuerza de tu deseo es la determinación del mío, y si tengo que arder en el infierno y purificar mi alma para conseguir que me ames, entonces no voy a dudar en pasar una eternidad purgando cada pecado de mi ser.
Dominic
Me atrevo a tomar su mano sobre la mesa y entrelazar nuestros dedos, ella duda un segundo, pero al final se deja hacer, me mira y se sonríe al tiempo que un rubor rosado cubre sus mejillas, el vino está causando efecto en los dos. Su risa se detiene y su mirada queda fija en mi cara, tiene los labios entre abiertos y respira por la boca, tal vez sea una locura que voy a hacer, pero me inclino sobre la mesa y tomo su boca con la mía.
Muevo mis labios lentamente sobre los de ella dándole oportunidad a que me rechace, no obstante, coloca su mano libre en mi mejilla e intensifica el contacto abriendo más la boca para que pueda meter mi lengua y recorrer cada recoveco hasta unirme con su propia lengua en una danza salvaje que en poco tiempo nos deja sin aliento y nos ob