Felipe sintió como Elena se tensó. Se habia puesto rigida en cuestiones de segundos. Sin soltarla la jaló a una silla y después de sentarla se aculilló delante de ella. No se observó un maltratador pero ver ese rostro tan blanco como las paredes de alrededor y sus manos apretadas intentar controlar los temblores lo hicieron sentir el ser más miserable del planeta. Y no debería sentirse culpable cuando él jamás le había hecho daño a la mujer que tenía al frente y que evitaba mirarlo directamente a los ojos. Todo lo contrario.
— ¿Te hice una pregunta, Elena? Y Me gusta que me respondan cuando pregunte.
—A ningún lado que te importe. No quería verte nunca más en la vida. Eso debería ser suficiente.
—Estoy intentando ser cordial. No me provocas.
—Pues puedes meterte la amabilidad por el trasero. Soy una ciudadana libre y puedo hacer lo que me dé la real gana. No le debo explicar a nadie. A la única persona que se lo debió morir hace años.
—Sí, eres una persona libre pero también mi pr