CAPÍTULO 16: ERES MÍA
Ella ya no piensa, solo siente. Cada caricia, cada beso, cada palabra que él murmura contra su piel la lleva más y más lejos, hacia un lugar donde solo existe él, donde la única realidad es la forma en que su cuerpo responde al suyo.
Y aunque sabe que está completamente a su merced, no siente miedo. Solo una necesidad arrolladora de perderse en él, de dejar que la consuma por completo.
Anthony Salvatore no es un hombre que pida permiso ni que se detenga a cuestionar sus deseos. Él toma lo que quiere, y ahora, en este instante, todo lo que quiere es a Katherine.
Sus manos descienden con deliberada lentitud, reclamando cada centímetro de su piel como suyo. La correa que mantiene sus manos atadas sobre la cabeza la obliga a rendirse completamente, a dejarse guiar por él, y eso es justo lo que él desea: que ella entienda que no tiene control, que aquí, en este espacio, todo ocurre bajo sus reglas.
Katherine no lucha. No quiere luchar. La intensidad de la mirada de An