Nervios

Capitulo 2 

Nervios 

Dakota Jobe 

Las manos me sudan y las piernas parecen gelatina, creo que la única vez que estuve así de nerviosa fue cuando me iba a casar y estaba por llegar al jodido altar, porque cuando tuve a Emma, solo estaba feliz porque la tendría en mis brazos. 

No quiero ir a su oficina, pero debo dar la cara después de la metida de pata que hice, no soy de pedir disculpas, pero lo haré si el lo hace conmigo también, porque el me gritó, y si lo hubiera dejado, también me insulta.  Se que soy yo la empleada, que necesito el empleo, pero por eso no me dejaré pisotear. 

Mis pasos se dirigen a su oficina y no cometeré el error de no tocar de nuevo, mi puño cae en la madera haciendo tres toques, hasta que dan el adelante y ni corazón parece paralizarse. Me lleno de valor y giro el pomo de la puerta, para detenerme abruptamente cuando lo veo frente a mi. 

Cierro la puerta detrás de mi y camino frente a él. Está parado con las manos en los bolsillos y dijera que está despreocupado, sino fuera por su mandíbula apretada. No dice nada, pero me pone nerviosa cuando sus ojos se desvían a mis piernas y me recorren lentamente hasta llegar a mi rostro. 

¿Que se supone debo hacer? ¿Dar el primer paso? ¿O simplemente quedarme callada como él y hacer una guerra de miradas a ver quien gana? Joder, que situación mas difícil. Carraspeo para comenzar a hablar porque mis nervios están comenzando a hacerme sudar 

—¿Y bien?— levanto el mentón y el levanta una ceja —¿Me pedirá disculpas?— su expresión cambia y me mira como si me hubiera vuelto loca  

—¿Perdón?— se acerca a mi, casi rozando su pecho con el mio, ¿Este hombre no conoce el espacio personal? —la que me insultó fue usted, señorita Jobe. sin contar que soy su jefe. 

—Lo siento…— digo y el sonríe victorioso, creyendo que le estoy pidiendo una disculpa —...Pero usted no es mi jefe— se le borra la sonrisa —mi contrato dice que mi jefa es Ari. 

Cuando está por replicar, tocan a la puerta, haciendo que su cercanía se rompa y pueda respirar bien. Aun su olor está en mis fosas nasales, y mi corazón parece que está apunto del colapso. Cuando va hasta la puerta, hace pasar a algunos de mis compañeros que nos miran de manera incómoda, y los entiendo, imagino que nuestros gritos de temprano se escucharon afuera. 

—Señor, nos dijeron que viniéramos para que nos diga a que ciudad iremos para llevar los nuevos medicamentos— me emociono al escucharlo, porque después de tanto tiempo viajaré a otro lugar, se que lo máximo que se dura es 1 día por semana y solo si hay nuevos medicamentos, pero siempre he amado mi trabajo por eso. 

—Si, pasen— todos se ponen a mi lado y puedo ver el nerviosismo de cada uno. Parece que los llevarán a la ejecución. El nuevo jefe se acerca con unos papeles y entrega uno a cada uno menos a mi, ¿Y ahora este qué? —Allí están las ciudades a las que irán y los medicamentos que deberán llevar para prueba, ya los boletos están pedidos, así que solo esperan por ustedes— todos salen menos yo, que espero que me diga algo, creo que no me dio ninguno porque si piensa despedirme, aunque no pueden legalmente, no he cometido ninguna falta contra mi verdadera jefa. 

—¿Por que no me asignó nada?— pregunto cuando me ignora y pasa hasta sentarse en su escritorio 

—¿Sigue aquí?— quiero golpearle esa bonita cara para que aprenda como comportarse 

—Esta bien, solo le recuerdo que no me puede despedir, porque usted no… 

—Yo no he dicho que usted esté despedida, aunque quisiera saber ¿Como es que la sobreprotegen mucho en esta empresa? leí su contrato nuevo de hace meses y no entiendo ¿Por qué debe salir antes de la hora estipulada? ¿Por que no puede viajar a las ciudades lejanas? ¿Que esconde?— entrecierra los ojos y se ve mas guapo aun si es posible, su porte impone y me pregunto ¿Como será este hombre en la cama? ¿Será igual de dominante? 

‹‹¡Estas loca Dakota! Quita esos pensamientos, y mas con este ogro›› 

No pienso decirle o explicarle el por qué, no pienso contarle mi vida privada, tampoco razones, no es que me avergüence de mi hija, pero tampoco quiero que en la empresa sepan lo que me pasó, es bastante vergonzoso decir que fui abandonada en el altar, estando embarazada de dos meses y que todo pasó por la que consideraba mi mejor amiga y el hombre que en ese tiempo amé y que ahora odio. 

—Si mi jefa no le dijo, tampoco tengo el deber de hacerlo yo— se que me estoy pasando, pero este hombre hace que me salga la ira que no sabia que tenia 

—Tiene razón— sonríe de forma malévola y sé que no trama nada bueno. Se levanta y camina hasta mi, otra vez robando mi espacio personal. Por un momento baja la vista al escote de mi vestido y vuelve a subir mirándome a los ojos ¿Por qué sus ojos oscuros intimidan tanto? ¿Como hace para acelerarme el corazón solo con tenerlo cerca? —Desde ahora trabajarás directamente conmigo, a pesar de que su contrato está con Ari— cuando voy a refutar, no me deja —Ya hablé con ella, y te cedió a mi por un mes, para aprender todo acerca de esta empresa y como se maneja a los clientes, así que ve y busca dos cafés y vienes a mi oficina para comenzar desde hoy— abro la boca indignada porque se que lo hace para molestarme, hay tantos que lo pueden ayudar y me elije a mi. Aprieto los labios para que no me salga ningún insulto y me doy vuelta para buscar los estúpidos cafés, se que me está mirando, lo puedo sentir, cuando estoy por salir del todo, llama mi atención, haciendo que voltee. Está recostado del escritorio de brazos cruzados pareciendo un dios dispuesto a mandar —Por cierto, mañana viajamos los dos a Sidney— lo miro con horror y la comisura de su labio se eleva —y no quiero un no por respuesta. 

Hijo de… 

Sabe que no debo tomar vuelos largos, y quiere ser esa piedrita en el zapato, pero se que solo quiere saber porque no puedo ir, sin embargo, yo seré también la que lo saque de sus casillas. 

*** 

Cuando llego al cuarto del café, donde solo hay una máquina pequeña y algunos vasos desechables para servir, respiro para calmarme. debo pensar en algo para quedarme, no puedo dejar a Emma sola, aun está muy pequeña y sigue con el pecho, que por cierto, lo siento bastante lleno y no tengo tiempo para exprimirme. 

¿Que estará haciendo mi pequeña? Decido llamar a Sofia a ver si la dejó en casa de mamá y me dice que si, pero que ahora no me puede atender porque está pasando algunas facturas. mi amiga es contadora en una empresa de bienes raíces, y le va bien. 

Le escribo un texto a mamá y me informa que la bebé al principio lloró bastante y luego se quedó tranquila cuando le dio su biberón, sonrío cuando la enseña a la pantalla y ella comienza a reír. 

Cuelgo cuando me indica que ya está listo y me sirvo el mio primero para tomarlo tranquila, tengo mucho que no lo hago por dar el pecho a Emma. cierro los ojos disfrutando del sabor, y cuando lo termino, sirvo el de mi jefe. Estoy por echarle el azúcar, pero tomo la sal de la mesa de afuera donde los empleados comen cuando no tienen tiempo de bajar al cafetín, derramo una pequeña cucharada y la revuelvo, sé que por esto me arriesgo a que me echen, pero fingiré inocencia. Él se lo buscó. 

Llevo el vaso en mis manos y aguanto las ganas de reír, toco la puerta y me da el pase, pero lo veo hablando por el celular, me indica que deje el café en el escritorio y eso hago para salir como alma que lleva el diablo por la puerta. cuando cierro, veo que viene Ari y la tomo del brazo jalándola hasta el asncesor 

—¿Y a ti que bicho te picó?— pregunta y cuando estoy por responderle, el grito que sale de la oficina, nos deja a ambas heladas 

—¡DAKOTA JOBE!— Cuando sale de la oficina mirándome con odio, ya las puertas del ascensor se cierran con mi jefa y conmigo adentro. Ella se voltea con los ojos muy abiertos y yo no aguanto más soltando la risa 

—¿Que hiciste? 

—Lo siento, me ha tratado peor desde que te fuiste y me desquité un poquito— me mira con sus ojos entrecerrados —Me mandó por un café como si fuera su secretaria, asi por "error"— aplico las comillas con mis dedos —Le eché sal al café— su boca se abre de la impresión 

—¡Dakota! 

—Lo sé. es que es todo un imbécil. 

—Ahora me toca salvarte el trasero, por favor deja de hacer travesuras que lo faltas graves, él si te puede echar. 

—Esta bien— le hago un puchero —Me comportaré— comienza a reír y me contagio, pero la sonrisa se me borra cuando las puertas del ascensor se abren y veo al ogro con ganas de querer matarme 

—10 estúpidos pisos por las escaleras para poder alcanzarte— dice un poco cansado. ¿Es en serio? ¿Bajó todo eso solo para reprenderme? —Ahora si tenemos que hablar— camina hacia mi como un toro y yo me hago pequeña. 

¡Oh, oh! Estoy en problemas

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