En ese momento, Wilberto de repente golpeó la mesa levantándose furioso y exclamó:

—¡Elvis! No creas que por tener un poco de habilidad puedes causar problemas aquí. La familia Flores no es una pequeña familia que puedas intimidar a tu antojo.

—¿Y tú quién eres? ¿Qué derecho tienes para hablar conmigo? —Elvis lo miró fríamente.

—¡Escúchame bien! —Wilberto se irguió orgulloso—. Me llamo Wilberto, actualmente soy un alto oficial en el Ejército Tigre, he luchado en innumerables batallas, eliminando a cientos.

—Un mero oficial, ni siquiera un general, ¿de dónde sacas el valor para desafiarme? —dijo Elvis con desdén.

—Aunque solo soy un oficial, mi general es Consuelo, la Diosa de la Guerra. ¡No creo que te atrevas a desafiar a Consuelo, la Diosa de la Guerra! —declaró Wilberto con orgullo.

—¿Consuelo?

Elvis frunció ligeramente el ceño, y finalmente hubo un atisbo de emoción en su rostro.

Como la primera guerrera de País L, Consuelo no solo era altamente distinguida y tenía un profundo tras