Capítulo 302
—¿Así que no tienes palabras? ¿Eso significa que estás de acuerdo?

Al ver que Leticia no respondía, la última chispa de esperanza en el corazón de Pedro se extinguió por completo.

Le había dado la oportunidad de explicarse, pero lamentablemente, no obtuvo el resultado que deseaba.

—Lo siento, tengo mis razones.

Leticia sentía un dolor agudo en su corazón, como si le cortaran con un cuchillo, y su respiración se volvía cada vez más difícil.

—¿Razones? —Pedro soltó una carcajada amarga—. ¿Qué razón puede justificar que vendas tu cuerpo? ¿Qué razón puede hacer que ni siquiera puedas dar una explicación?

—Lo siento, lo siento...

Las lágrimas de Leticia caían como lluvia, su mente un torbellino de emociones.

—No me digas que lo sientes, ya estamos divorciados. No tengo derecho a interferir en lo que haces, así que no tienes por qué disculparte conmigo.

El semblante de Pedro se tornó cada vez más frío:

—Pero por favor, no vuelvas a molestarme. Mi corazón es de carne y hueso, no puedo soporta
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