El domingo llevé a Noah a la playa y jugamos un buen rato en la arena. Luego volvimos a casa. Los domingos no trabajaba, por lo que me dediqué a cocinar un exquisito pollo relleno, el favorito de mi hijo, con puré de patatas y guisantes. Cenamos los tres juntos, y luego vimos una película, de súper héroes, claro. Los vengadores fue la elegida. Agotado Noah se durmió a la mitad, aún en mis brazos. Lo llevé a su cama y lo acosté, quité sus gafas y lo arropé. Besé su frente y volví a la sala. Me serví una cerveza y me tiré en el sofá. Bea se fue a la cama, por lo que pude disfrutar de un rato para mí.
El teléfono móvil sonó, no conocía el número, pero igual atendí.
—¿Sí? —pregunté cautelosa.
—Hola reina, ¿cómo estás?
—E