—Ve al depósito —me indica el encargado—. Busca solo champaña y lleva cuatro botellas, se ha terminado. Quédate y ayuda a servir, ahí está el jefe.Busco las botellas y las llevo al sector que me indicaron. Se nota que el lugar es especialmente exclusivo porque hay dos tipos parados en ese inmenso balcón, donde impiden la entrada a algunos y a otros sí los dejan pasar. Los guardias me detienen y me miran con desconfianza hasta que escucho la voz del señor King que les grita:—¡Déjenla pasar!—Lo siento —se disculpa uno—, no te habíamos visto antes.—Está bien. —respondo y sonrío.Dejo las botellas en la barra y el barman comienza a destapar cada una.—Cara nueva. Eres linda. —me dice el chico y yo solo sonrío.Mientras él termina, yo observo a mujeres bailar alrededor de unos sillones blancos. Ahí está el jefe con otros amigos, le están montando un espectáculo y están desnudas. Yo estoy realmente impactada por todo esto. Harry tenía razón, esto es otro mundo para mí.En eso, William K
Hago a un lado mi rostro como si eso pudiera amilanar esta sensación irresistible de querer besarlo. Porque quiero. Quiero sentir de nuevo sus brazos alrededor de mi cuerpo. ¿A quién quiero engañar? Mentirme a mí misma no es una opción.Anthony se acerca a mi oído y susurra con esa voz grave que me estremece.—Tú no perteneces a este mundo. Tu mundo es otro.Muy en contra de lo que mi razón indica, vuelvo mi rostro para encontrarme con el suyo. Lo miro interrogándolo, pero él endurece sus ojos terriblemente, luce casi aterrador.—Bonita —susurra en un gemido grave y ahogado que me hipnotiza—. Tu mundo es otro.Anthony mira mis labios y yo sé que se muere por besarlos. Se acerca despacio y yo no puedo moverme, pero no quito la mirada de la suya. De nuevo viene esa sensación de calor que me recorre y me consume. Es tan terroríficamente agradable, que no me entiendo a mí misma.Y entonces, sin saber cómo pienso esto que digo, abro mis labios y susurro.—Mírate, Anthony… Tú estás en mi es
El pasado de Emily. El pacífico sueño de una dulce niña es interrumpido por golpes que rompen el silencio y la sobresaltan en la cama. Su habitación permanece en oscuridad y llama a su madre en un suave susurro, pero no alcanza a escuchar más que ruidos crecientes viniendo del piso de abajo. A hurtadillas y como si alguien pudiera verla se asoma lentamente por su puerta, solo para escuchar la discusión que se levanta entre voces que no alcanza a reconoce y una muy familiar, es su padre y ella se empieza a llenar de miedo porque nunca antes lo había escuchado gritar con tanto enojo y mucho menos decir malas palabras. Aferrándose a todo el valor que puede reunir y a su osito de peluche, la pequeña niña camina por el pasillo en dirección a la escalera. Apenas alcanza a espiar la escena que transcurre en la sala en medio de los barrotes de la baranda y nuevamente se llena de miedo y se queda congelada sin poder moverse, esa gente la asusta de verdad. Son muchos hombres desconocidos y en
Un nuevo día comienza con la típica rutina de levantarme a tropezones, bañarme en tiempo récord y vestirme con lo primero que encuentre. Bajo las escaleras con saltos largos que deberían calificarme a las olimpiadas y, justo antes de entrar a la cocina, reduzco la velocidad y camino en puntas de pie, la idea del grito de mi abuela que se avecina me hace sonreír.—¡Emily! —me reta mi abuelo que estaba sentado leyendo su diario.—Ya tenías que arruinarlo. —le digo molesta.—No se saluda de esa manera en esta casa, jovencita. —me reta mi abuela y, dándose la vuelta, me regala un beso en cada mejilla.—Quería darte una sorpresita abuela, pero resulta que tu marido es un aguafiestas.—Si dejaba que la asustaras te ibas a quedar sin abuela —me dice él sonriendo—. Ahora ven aquí y dame mi abrazo.—¡Como si fuera una vieja! —se queja ella dándole un golpecito con el cucharón en el hombro.Yo lo abrazo muy melosa porque disfruto mucho cuando se celan entre los dos a ver a quién le doy más cari
Me acerco a la barra y pido un agua para calmar la ansiedad. No estoy dispuesta a tomar nada de alcohol porque soy blanda con la bebida y nunca me avergoncé de reconocerlo. Además, mañana tengo turno temprano y soy muy responsable con mi trabajo, al que amo con el alma.—¿Bailas, preciosa? —me pregunta alguien.—No, estoy esperando a mi novio. —digo sonriendo y tomo un sorbo de mi agua.—Qué pena. —se lamenta el tipo y se va.Detesto la situación en la que me ha puesto mi amigo, no sé cuántos me quieren llevar de aquí. No me avergüenza admitir que soy atractiva, sería hipócrita negarlo, la genética que me heredaron mis padres coincide a la perfección con los estándares de belleza socialmente aceptados en este país: soy rubia, de ojos azules, delgada y de estatura media; no es un mérito mío, en realidad, yo no hice nada para ser como soy, simplemente son los genes mezclados de mis padres, así que no puedo vanagloriarme por ser bonita ni menospreciar lo que la vida me ha dado.Pero, vol
Nicolas, Angela y yo, nos encontramos parados frente a la doctora Olivia y el nuevo voluntario, nada más y nada menos que Jonas Williams.Nos habían avisado que seríamos sus tutores ante el juzgado, porque el tipo está aquí cumpliendo condena, haciendo tareas comunitarias. Solo que jamás me hubiera imaginado que el mundo es tan pequeño, él es uno de los amigos del tal Aron, lo reconocimos al instante con Nicolas; nunca podría olvidar cómo se reía divertido de la situación esa noche que su amigo y mi amigo se agarraron a las trompadas.Apenas Olivia se retira de la sala de descanso, Jonas comienza a mostrar la hilacha, tiene un carácter y un temperamento de porquería: es soberbio y altanero; no le gusta aceptar órdenes de nadie; nos ha tratado a Angela, Nicolas y a mí como si fuéramos menos que nada. Típico de cualquier niño rico caprichoso que hace lo que se le da la gana.Camino con él por los pasillos y los puestos de enfermería mientras reviso algunas carpetas con los datos de paci
Les doy una mirada periférica evaluándolos y sonrió lo más amable que me es posible.—Cualquier cosa que necesiten…—Pero ¿ella está bien? —vuelve a preguntar para mi sorpresa el chico, incorporándose. —Oye, Ethan —dice el otro enfiestado riéndose las carcajadas—. ¿Qué pasó? ¿Te gustó la niña esa? —¡Idiota! —grita y a mí se me crispan los pelos, cuando veo que el tal Ethan se levanta y le estampa un puño en el estómago. El que me reclamó al principio mi demora, se mata de la risa mientras ve a su amigo quejándose en el sillón. Yo me pego la media vuelta y ya estoy por salirme cuando escucho que el tipo me dice. —Oye, preciosa, vuelve en cinco minutos trayendo lo mismo. Me vuelvo hacía él y solo asiento con la cabeza. Él me mira de arriba abajo, lamiéndose los labios y yo ya me enervo, especialmente cuando agrega. —Da gusto verte servir, delicia. —¡Ya dejen de comportarse como imbéciles! —grita el más joven, mientras los otros dos se ríen sin parar como desquiciados.Salgo del l
Yo me he quedado dura como una piedra. Esto ha sido lo más raro que he vivido en la vida, no me gustó para nada lo que pasó aquí, odio la clase de gente que se cree que tiene derecho a hacer lo que le venga en gana solo por tener dinero. Pero hay otra cosa que me enerva incluso más. ¡¿Cómo mierda pudo gustarme un tipo como ese?! Me maldigo a mí misma mientras levanto y limpio el desastre que dejaron. Al final, tenía razón, él es como Jonas, por eso deben ser amigos, Anthony es arrogante, soberbio y no le importa ni un comino el sentimiento ajeno. Cuando me doy la vuelta algo me conforta, al menos, la carita feliz de Jenna que viene y me abraza con ganas mientras me da las gracias. El resto de la velada es tranquila y cuando todo termina, en lo único que pienso es en que quiero llegar a casa y me apresuro a salir.Me dirijo hacia mi coche casi corriendo, ya es muy tarde y ni un alma transita por ahí, eso me asusta más que los tipos de adentro.Entonces, veo a unos metros de mi auto