El pasado de Emily. El pacífico sueño de una dulce niña es interrumpido por golpes que rompen el silencio y la sobresaltan en la cama. Su habitación permanece en oscuridad y llama a su madre en un suave susurro, pero no alcanza a escuchar más que ruidos crecientes viniendo del piso de abajo. A hurtadillas y como si alguien pudiera verla se asoma lentamente por su puerta, solo para escuchar la discusión que se levanta entre voces que no alcanza a reconoce y una muy familiar, es su padre y ella se empieza a llenar de miedo porque nunca antes lo había escuchado gritar con tanto enojo y mucho menos decir malas palabras. Aferrándose a todo el valor que puede reunir y a su osito de peluche, la pequeña niña camina por el pasillo en dirección a la escalera. Apenas alcanza a espiar la escena que transcurre en la sala en medio de los barrotes de la baranda y nuevamente se llena de miedo y se queda congelada sin poder moverse, esa gente la asusta de verdad. Son muchos hombres desconocidos y en
Un nuevo día comienza con la típica rutina de levantarme a tropezones, bañarme en tiempo récord y vestirme con lo primero que encuentre. Bajo las escaleras con saltos largos que deberían calificarme a las olimpiadas y, justo antes de entrar a la cocina, reduzco la velocidad y camino en puntas de pie, la idea del grito de mi abuela que se avecina me hace sonreír.—¡Emily! —me reta mi abuelo que estaba sentado leyendo su diario.—Ya tenías que arruinarlo. —le digo molesta.—No se saluda de esa manera en esta casa, jovencita. —me reta mi abuela y, dándose la vuelta, me regala un beso en cada mejilla.—Quería darte una sorpresita abuela, pero resulta que tu marido es un aguafiestas.—Si dejaba que la asustaras te ibas a quedar sin abuela —me dice él sonriendo—. Ahora ven aquí y dame mi abrazo.—¡Como si fuera una vieja! —se queja ella dándole un golpecito con el cucharón en el hombro.Yo lo abrazo muy melosa porque disfruto mucho cuando se celan entre los dos a ver a quién le doy más cari
Me acerco a la barra y pido un agua para calmar la ansiedad. No estoy dispuesta a tomar nada de alcohol porque soy blanda con la bebida y nunca me avergoncé de reconocerlo. Además, mañana tengo turno temprano y soy muy responsable con mi trabajo, al que amo con el alma.—¿Bailas, preciosa? —me pregunta alguien.—No, estoy esperando a mi novio. —digo sonriendo y tomo un sorbo de mi agua.—Qué pena. —se lamenta el tipo y se va.Detesto la situación en la que me ha puesto mi amigo, no sé cuántos me quieren llevar de aquí. No me avergüenza admitir que soy atractiva, sería hipócrita negarlo, la genética que me heredaron mis padres coincide a la perfección con los estándares de belleza socialmente aceptados en este país: soy rubia, de ojos azules, delgada y de estatura media; no es un mérito mío, en realidad, yo no hice nada para ser como soy, simplemente son los genes mezclados de mis padres, así que no puedo vanagloriarme por ser bonita ni menospreciar lo que la vida me ha dado.Pero, vol
Nicolas, Angela y yo, nos encontramos parados frente a la doctora Olivia y el nuevo voluntario, nada más y nada menos que Jonas Williams.Nos habían avisado que seríamos sus tutores ante el juzgado, porque el tipo está aquí cumpliendo condena, haciendo tareas comunitarias. Solo que jamás me hubiera imaginado que el mundo es tan pequeño, él es uno de los amigos del tal Aron, lo reconocimos al instante con Nicolas; nunca podría olvidar cómo se reía divertido de la situación esa noche que su amigo y mi amigo se agarraron a las trompadas.Apenas Olivia se retira de la sala de descanso, Jonas comienza a mostrar la hilacha, tiene un carácter y un temperamento de porquería: es soberbio y altanero; no le gusta aceptar órdenes de nadie; nos ha tratado a Angela, Nicolas y a mí como si fuéramos menos que nada. Típico de cualquier niño rico caprichoso que hace lo que se le da la gana.Camino con él por los pasillos y los puestos de enfermería mientras reviso algunas carpetas con los datos de paci
Les doy una mirada periférica evaluándolos y sonrió lo más amable que me es posible.—Cualquier cosa que necesiten…—Pero ¿ella está bien? —vuelve a preguntar para mi sorpresa el chico, incorporándose. —Oye, Ethan —dice el otro enfiestado riéndose las carcajadas—. ¿Qué pasó? ¿Te gustó la niña esa? —¡Idiota! —grita y a mí se me crispan los pelos, cuando veo que el tal Ethan se levanta y le estampa un puño en el estómago. El que me reclamó al principio mi demora, se mata de la risa mientras ve a su amigo quejándose en el sillón. Yo me pego la media vuelta y ya estoy por salirme cuando escucho que el tipo me dice. —Oye, preciosa, vuelve en cinco minutos trayendo lo mismo. Me vuelvo hacía él y solo asiento con la cabeza. Él me mira de arriba abajo, lamiéndose los labios y yo ya me enervo, especialmente cuando agrega. —Da gusto verte servir, delicia. —¡Ya dejen de comportarse como imbéciles! —grita el más joven, mientras los otros dos se ríen sin parar como desquiciados.Salgo del l
Yo me he quedado dura como una piedra. Esto ha sido lo más raro que he vivido en la vida, no me gustó para nada lo que pasó aquí, odio la clase de gente que se cree que tiene derecho a hacer lo que le venga en gana solo por tener dinero. Pero hay otra cosa que me enerva incluso más. ¡¿Cómo mierda pudo gustarme un tipo como ese?! Me maldigo a mí misma mientras levanto y limpio el desastre que dejaron. Al final, tenía razón, él es como Jonas, por eso deben ser amigos, Anthony es arrogante, soberbio y no le importa ni un comino el sentimiento ajeno. Cuando me doy la vuelta algo me conforta, al menos, la carita feliz de Jenna que viene y me abraza con ganas mientras me da las gracias. El resto de la velada es tranquila y cuando todo termina, en lo único que pienso es en que quiero llegar a casa y me apresuro a salir.Me dirijo hacia mi coche casi corriendo, ya es muy tarde y ni un alma transita por ahí, eso me asusta más que los tipos de adentro.Entonces, veo a unos metros de mi auto
—¡Me voy! —grito a mis abuelos antes de salir de casa—. ¡Recuerden que paso el fin de semana en la casa de un amigo!—¡Por fin! —grita mi abuelita feliz—. ¡Dios ha escuchado mis plegarias! —¡Alto ahí, Emily White! —me reclama mi abuelito—. ¡¿Quién es ese amigo?!—¡A ver cuándo nos presentas a tu novio!Me largo de una vez, matándome de la risa. Les he dado para que tengan de qué hablar, discutir y meditar durante todo el fin de semana.Por suerte, Nicolas, Angela y yo, coincidimos este mes en nuestro descanso. Así que aprovechamos para ensayar las canciones de la obra teatral que estamos preparando para nuestros pequeños del hospital. Lástima que no estará Olivia.Entre los tres nos propusimos acercarnos más a Jonas, para hacer más amigable la relación y más fácil nuestro trabajo. Ya ha pasado poco más de una semana desde que llegó. Aunque es muy bruto, hay que darle crédito en el esfuerzo que está haciendo por mejorar. Así que ya, más animados con los cambios que nos sorprenden, vam
—Hola, bonita. Hago como si nada, voy a una mesada, dejo las cubeteras con hielo ahí, busco un paño seco y comienzo a preparar la compresa improvisada con toda la parsimonia del mundo.—¿Piensas ignorarme?Sí. Todo el tiempo. Por eso ni lo miro, bueno, un poquito y de reojo nada más.Anthony está parado con las manos en la cadera, espectacular como la estatua de un gladiador tallada en bronce, las proporciones de su cuerpo, los músculos anchos y duros, cada contorno y cada detalle es tan perfecto que me hace preguntarme por qué no es un modelo también; dejando de lado mis confusos sentimientos por él, que siguen en una guerra abierta entre la atracción más salvaje y el desprecio absoluto, puedo asegurar que él es el más guapo de sus amigos, incluso más que Chris.Prefiero no pensar más en eso y sigo con mi cabeza gacha, preparando esta cosa para Samuel.—Si crees que eso te ayuda. —dice Anthony y me sopla en el oído, naturalmente mis hombros se encogen con eso y pongo cara de molesta