Selene fue trasladada a una habitación. Cuando al fin abrió sus ojos sintió un dolor punzante en la parte baja de su abdomen, las voces de hombres discutiendo fuera del lugar apenas y se escuchaba, pero estaba tan agotada para prestar atención.
Ni siquiera sintió cuando las lágrimas salieron por sus ojos, miró fuera de la ventana y se sintió inmensamente triste.
—¡Mi bebe!— fue el único pensamiento que atravesó su mente en medio de esa crisis.
El médico empujó la puerta con una carpeta en su mano, miró a la mujer en la cama y se acercó a ella,—¡Todo fue un éxito!— dijo el.
Pero en ese instante la puerta fue abierta de nuevo, Emmett y Joseph entraron al mismo tiempo, ambos apresurándose a donde está Selene.
—¿Dime cómo te sientes, estás bien ahora?— fue lo primero que dijo Joseph, pero una mirada penetrante se posó en el, rápidamente se giró sobre Emmett y señaló la puerta,—Márchate ahora, ni siquiera mereces estar aquí, ¡ o no era que estabas muy ocupado!.
Cuando Emmett separó los lab