Al llegar fuera, ella me mira. Está completamente ebria y apostaría que también está drogada. "Suéltame, ¿qué te pasa? ¡Suéltame!", me grita. "¿Qué te pasa? No tienes derecho a sacarme así".
"Te puedes calmar", le digo, ya un poco molesta por su comportamiento.
"No, ¡suéltame! ¡¿Qué te pasa?! ¡No eres nadie!".
"Está bien, si quieres que te saquen la chucha, eres libre", le digo y la dejo libre.
Sale rápidamente de vuelta al antro. Mi celular vibra con la llegada de un mensaje; la morena me dejó la dirección del hotel donde se hospeda. Debería ir y terminar mi noche de buena manera. "¡Que rabia, maldita mocosa inconsciente!", y me voy de vuelta al antro otra vez para asegurarme de que no le pase nada.
Después de unos minutos, e