Annie reúne las pocas fuerzas que le quedan y se prepara para emprender un último y definitivo viaje al Inframundo.

Su cuerpo, al borde del colapso, apenas responde. La energía vital que le queda es mínima, casi imperceptible, pero su determinación fuerte de proteger a los suyos es más poderosa que el agotamiento que la consume.

El Alfa la observa en silencio, leyendo en su semblante el cansancio extremo que la desgarra por dentro. Sabe que está al límite, pero también reconoce esa chispa inquebrantable que la mantiene de pie.

La toma entre sus brazos con firmeza, dispuesto a partir de inmediato. Sin embargo, una barrera invisible se interpone en su camino. Keli ha erigido un escudo de contención que impide a la Potra seguir avanzando. La energía que fluye en Annie no es suficiente para atravesarla.

—Salvador, escúchame bien —dice Arón con voz firme, autoritaria—. Tienes que sacar a Ann de aquí. Tú también llevas el mismo poder en la sangre. Es momento de que lo uses —sus palabras no