Así que cuando se subió a aquel sedán, su orden fue simple.
—Eliyaz, vamos a la comisaría.
—¿Estás loca? —la regañó Milo—. ¡Acabas de salir del hospital!
—Ya lo sé, pero no voy a ir a mi departamento a tirarme en una cama —replicó Noémi—. Axel Grimma todavía está ahí, y tengo que hablar con él, q