—Bien... —suspiró ella intentando no denotar el alivio que sentía con esa respuesta—. Tu mamá cocinó mucho. ¿Te quedas a comer?
—Solo si hay helado de postre.
—Y tú friegas los platos.
—Hecho —sonrió Zack.
Se dieron las manos como si se tratara de un negocio, pero ninguno de los dos pudo evitar