Epílogo.
Dylan O’ Conell.
Cuatro meses después…
La celebración está en su apogeo, pero yo me mantengo al margen. Desde mi posición veo a Alessandra y es evidente que ella quisiera hacerlo también, pero no debe. Su lugar es al lado de su hermano y su nueva cuñada, mostrando todo su apoyo.
Su barriga ya es visible y más, con ese vestido que lleva que la hace lucir más hermosa de lo que de por sí, es. Su cabello en tonos rubios y castaños, cae como cascada por su espalda, solo sujeto con una cinta que combina con su vestido floreado. En su mano, lleva un platillo que no puede dejar vaciarse del todo o entra en crisis. Porque sí, nuestra hija es una bestia hambrienta y todo el tiempo la hace comer.
O eso dice Alessandra cuando la ginecóloga le dice que la bebé va un poco pasada en el peso.
La veo reír a la distancia cuando Isabella Smith se le acerca y le dice algo. Pero yo conozco a mi esposa y ella no está cómoda, ni con la presencia de ella ni con todo este teatro.
Resoplo y le doy la espa