Tropiezo con el amor
Tropiezo con el amor
Por: Sofia Silvera
Capítulo 1

Dos horas con cuarenta y tres minutos, y finalmente el avión en el que viajaba estaba entrando a la plataforma de embarque. En ningún momento me pude tranquilizar, no se de donde saqué este enorme temor a las alturas y por consiguiente a los benditos aviones, mi mente estaba en modo serie, pero no serie romántica de N*****x, por lo contrario una horrible serie de terror donde yo era la protagonista, imaginando millones de escenas trágicas en las que todas terminaban con mi hermosa vida. En resumen, si no me bajaba en este momento desfallecería sin necesidad de que el avión se estrellara contra una montaña, el mar, o algún escenario peor.

Cuando finalmente las azafatas dan el paso de salida, rápidamente me paro de mi asiento, casi como si de un resorte se tratara, tomo mi maleta rosada pastel de mis preferidos, pero poco importaba en este momento, simplemente la arrastró sin ningún cuidado, provocando que choque contra cada superficie existente. 

Salgo rápidamente por el pasillo, y como es característico de mi torpeza, chocó con un fornido y duro pecho, en realidad fue un gran golpe, aunque el extraño ser duro con el que choque apenas se movió, yo por el contrario me tambalee hacia atrás perdiendo totalmente la estabilidad y cayendo de espaldas al suelo del diminuto pasillo, cierro mis ojos esperando el impacto, que suerte la mía, lo que me faltaba, una contusión doble.

Milagrosamente el impacto nunca llegó dado que una gran mano se apodera de mi espalda baja impidiendo otro inminente daño hacia mi integridad física. Lentamente abro los ojos temerosa e inmediatamente quedó estática, absolutamente sorprendida y con inmensas ganas de que me tragara la tierra y me escupiera hacia Júpiter. Frente a mis ojos color ámbar se encontraban unos avasallantes y profundos ojos verdes, los cuales me miran interrogantes y alarmados, el dueño de aquellos sorprendentes ojos era un hombre salido de una película o del mismísimo Olimpo, un auténtico Dios Griego, con una delicada mandíbula cuadrada, una sutil y muy bien cuidada barba que resaltaba su aspecto varonil, tenía su cabello perfectamente peinado hacia atrás y a los lados se marcaba un perfecto degradado, lo que me hace pensar que el tipo; o es un maniático de la perfección o acababa de salir de la peluquería; tal vez el avión cuente con servicio de peluquería y nadie me avisó, quién sabe.

No me doy cuenta que me quede mirándolo fijamente, hasta que de sus carnosos y muy besables labios se asoma una inesperada curva, señalando que se ha dado cuenta de mi inspección, lo que parece resultarle divertido.

Esto es totalmente vergonzoso, rápidamente y para variar a los tropezones intento incorporarme, con la ayuda del extraño;

—Enn.. enn.. verd.. verdad lo siento, no lo vi, por favor discúlpeme —me apresuro a decir entre tartamudeos. Esos ojos en verdad me ponen nerviosa. El extraño me mira de arriba a bajo, y yo me siento en un escrutinio minucioso e incómodo ya que lo hace sin ningún miramiento, arqueé una ceja por su descaro, en mi caso su sin intención, y cuando le iba a cantar una serenata acerca de que se metiera su escrutinio en la parte más oscura de su cuerpo, me detiene una voz ronca y profunda;

—No se preocupe, señorita… —pronuncia aquella voz hipnotizante, con un deleitante acento italiano, se detiene esperando que yo continúe.

—Emily, Emily Parks —respondo ya más calmada y sin tartamudos, uff que dicha…

—Mi nombre es Carter Frattini, un gusto —contenta él ya no tan extraño hombre.

—Si bueno, lamento el inconveniente, necesito bajarme de esta m*****a caja, adiós. —Me despido rápidamente del despampanante hombre, recuperando mi, por un momento olvidada ansiedad por tocar tierra firme, vuelvo a tomar mi maleta que había quedado olvidada en el suelo, la aferró a mi y me dispongo a salir rápidamente de allí.

Pero como la vida me odia, fui interrumpida antes de dar un paso, por nada más y nada menos que aquella voz exótica;

—Espere un segundo señorita Parks. —Me detiene, lentamente me doy vuelta, reuniendo todas las fuera que me queda para no salir corriendo nuevamente. Espero a que me diga qué demonios quiere, en este punto mi paciencia se está agotando rápidamente. —Se le cayó su celular, además su apellido me es muy familiar, ¿es usted Emily la hija del famoso empresario Aarón Parks? —En el momento que pronuncia ese nombre, se me crispan los nervios y si mi paciencia antes era mínima, a este punto ya no existía.

—Todos pensábamos eso —comente de mala gana, de la misma forma tomo mi celular y apresuradamente salgo de ahí con paso firme.

—¿Qué quiere decir con eso? —pronuncia nuevamente el extraño, siguiendo mis pasos. En verdad ya me está irritando esta persona, ¿no tiene nada más que hacer que ir por ahí averiguando la vida de los demás?, por más Dios Griego que se vea, sigo caminando, ¿que le importa?. Continúo mi camino sin darle mucha importancia, aunque sea algo imposible dado la imponente presencia del hombre que cambia despreocupadamente detrás de mí, se hace notar inmediatamente cuando salimos del acceso del avión hacia las instalaciones del aeropuerto, llamó la atención de cada mujer y algunos hombres.

Ya totalmente irritada y sin un ápice de paciencia, doy media vuelta para enfrentarlo y decirle que deje de seguirme, pero como era de esperarse, yo y mi mala suerte, en el momento del giro, tropiezo con mis propios tacones de diez centímetros y nuevamente antes de caer al suelo en medio de toda esa gente y hacer un papelón personal, el extraño me atrapa en sus brazos, de modo que terminó haciendo un papelón pero arrastrando aquel Dios Griego conmigo, espléndido, que más puede pasar.

Cómo un déjá vu, vuelvo a caer en trance por aquellos ojos, que me miran con fuego, me siento pequeña ante él, aunque mido un metro setenta, él está una cabeza más arriba que yo, mi pelo castaño claro, por el brusco movimiento quedó disperso por toda mi cara, me reincorporo pero un mecho de mi cabello se atascó en un botón de tu traje a medida.

—Genial, lo que me faltaba. —Intenté soltar lo más rápido que pude, pero lo único que logro es dolor por el tironeo, gimo por ello. Por su parte el extraño se remueve incómodo y delicadamente toma mi cabello, comenzando su labor que en poco tiempo completa, al terminar descansa su mano en mi mejilla y mira fijamente mis ojos por unos segundos, lo cual extrañamente reconfortante después de todo lo que había sucedió estos meses, él fue la primera persona en reconfortarme de tal forma.

—Lamento ser imprudente, eso fue inapropiado. —Inesperadamente él retira su mano e inmediatamente siento su ausencia y este sentimiento es ¿decepción?. Descarto ese pensamiento y me apartó de aquel extraño.

—Está bien, me retiro señor Extraño —le digo y sigo caminando.

—¿Señor extraño? —pregunta confundido. —Espera, ¿porque no contestaste mi pregunta anterior? —dice, siguiéndome hacia la puerta de salida del aeropuerto.

—Sucede que es un extraño para mí y no tengo ninguna obligación en contestar a sus preguntas —espetó mientras sigo caminando.

—Vaya señorita, pensé que podría ser un bono por haberla atrapado dos veces hoy, además mi asistente —dice, señalando a un hombre que no había notado hasta el momento —, me informó que recibió instrucciones del señor Aron para que voláramos por usted en su estadía en Roma.

Quede totalmente estática por sus palabras, ¿porque él hizo algo como eso? No tenía derecho, pero me iba a escuchar.

Atravieso a toda velocidad las puertas del aeropuerto en busca de un taxi, quería llegar a mi nuevo apartamento para poder cargar mi celular, el cual estaba apagado sin batería, necesitaba hablar con él y decirle todo lo que pensaba sobre "velar por mi estadía", quien se creía que era, después de todo lo que pasó, no lo permitiría.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo