CAPÍTULO 19

Todo lo que podía pensar era en cuánto necesitaba estar dentro de ella.

La urgencia de reclamar cada centímetro de su cuerpo—cada parte de ella—era casi insoportable. Quería poseerla por completo, cuerpo y alma. Pero la verdad…

Ya me pertenecía.

Estaba más allá de toda ayuda. Total y completamente jodido.

—Despacio, bebé —murmuré, tratando de mantener el control.

Justo entonces, mi celular empezó a sonar. Mierda. No había forma en el infierno de que fuera a contestar. Pero cuando el teléfono fijo empezó a sonar un segundo después, sentí un peso caerme en el estómago. Solo una persona usaba ese número—Mémé.

El contestador automático se activó.

—¿Señor Merrick? Habla Cambria Lynch, la trabajadora social de su abuela. Tuvo una caída grave hoy y fue trasladada al Hospital de Westchester. Lo llamo para informarle —El resto del mensaje fue demasiado confuso para entenderse con claridad.

Lena se congeló. Me soltó el pene de la boca y se echó hacia atrás de golpe, con los ojos bien abiertos,
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