De repente, una voz sonó detrás de ellas.
Se dieron vuelta y vieron a una enfermera parada detrás, mirándolas con curiosidad.
Ximena:
—Venimos a ver a una amiga anterior.
—Oh—respondió la enfermera. —¿Quieren que la llame?
Simona:
—¿Podemos entrar?
—Por supuesto que no—dijo la enfermera. —Pero puedo decirle que tienen visita.
Dicho esto, la enfermera se acercó a la ventana con rejas y la abrió para llamar:
—Elena, tienes visita.
Al oír la voz, Elena giró lentamente la cabeza hacia la ventana.
Al ver el rostro de Elena, Ximena y Simona se sobresaltaron.
Elena estaba terriblemente pálida, con profundas ojeras negras como si no hubiera dormido en mucho tiempo.
Al ver a Ximena y a Simona, Elena se quedó inmóvil y bajó de la cama.
—Son ustedes...—Elena caminó descalza hacia la ventana.
Sus ojos brillaban con expectativa mientras miraba alrededor de Ximena y Simona.
Al no ver a quien esperaba, varias emociones cruzaron los ojos de Elena en un instante.
—¿Por qué Samuel no vino...—Los oj