2. Futuros Prometedores

De vuelta a mi apartamento, junto a Alessandro, observaba el paisaje a través de la ventana mientras reflexionaba sobre la conversación que había tenido José con su tío.

—¿Eres su tío? —pregunté, dirigiéndole una mirada. —No tenía idea.

—Sí, estuve estudiando en el extranjero durante años. Regresé hace unos meses. La verdad es que quería alejarme de las peleas empresariales de la familia. —comentó, manteniendo sus ojos en la carretera.

—Pareces demasiado joven para ser su tío.

—Soy el menor de mis hermanos; Federico es el hermano del medio. Mi llegada fue inesperada; le llevo tres años a José. Casi podríamos ser primos.

—Vaya, desconocía por completo tu existencia, lo juro. Conozco a casi toda la familia de José gracias a nuestra larga relación… que ahora…

—Es extraño que él no te lo haya dicho, o que no lo recuerdes. Hace un año que están saliendo, y mi hermano siempre ha compartido la creencia de mi madre de que debemos casarnos dentro de nuestro mismo estatus social.

Suspiré ante las revelaciones de Alessandro, guardándome otras preguntas. Desvié la mirada hacia la ventana, sin decirle mi dirección exacta.

—¿Cómo es eso posible? —pregunté sorprendida.

—Hay cosas que no necesitas saber, Isabel. —respondió seriamente, sin mirarme, estacionándose frente a mi edificio. No me detuve para nada, simplemente bajé y caminé hacia la puerta del edificio, sintiendo cómo la culpa comenzaba a carcomerme.

—¡Maldición! —murmuré, caminé de regreso, abrí la puerta y asomé la cabeza. —Gracias por traerme. —él asintió con una sonrisa casi seductora. Me concentré en no pensar en lo guapo que se veía, no podía creer que alguien tan atractivo y joven fuera tío de José. José, siempre había mostrado señales de alerta, señales que nunca quise ver o, mejor dicho, aceptar. La falta de afecto paternal me había llevado a considerar que cualquier hombre que dijera amarme era genuino, pero ahora me daba cuenta de que con José todo era una fachada, especialmente durante nuestros años de escuela, cuando era la niña más bonita.

Sin duda, tener un rostro bonito no lo era todo. Se decía que me engañaba con cualquiera, y yo me negaba a creerlo. Al final, José no tenía mucho que ofrecerme, más allá de tenerme como una mujer hermosa. Y ahora, ni siquiera eso.

Me dirigí a mi habitación, me desvestí y tomé una ducha. Encendí el aire acondicionado y me dejé caer en la cama, sumiéndome en un sueño profundo.

A la mañana siguiente, una llamada interrumpió mi sueño.

—¿Buenos días? —dije, más adormilada que despierta.

—Buenos días, señorita Isabel Bloom. Mi nombre es Darla Quinn, secretaria ejecutiva del Hotel Elegancia Escarlata. Hemos recibido su solicitud de empleo y veo que ya ha estado con nosotros antes. ¡Vaya, parece que ha recorrido todo el camino, desde limpiadora hasta atención al cliente en nuestra área exclusiva!

—Así es, me postulé hace dos semanas, vi que necesitaban un gerente. Siento que tengo la capacidad para ocupar ese puesto.

—Tiene un espíritu positivo. Por favor, venga hoy a las 9:00 a. m. para la entrevista. —dijo emocionada. Miré el reloj, faltaba solo una hora para llegar. Me levanté apresuradamente de la cama y me dirigí a la ducha. Busqué la ropa más presentable que tenía. Me apuré para llegar al hotel, donde Evans, el portero, me recordaba como si fuera ayer.

—Srta. Bloom, qué alegría verla por aquí. ¿Viene a visitar? —dijo mientras abría la puerta.

—No, vengo para una entrevista.

—Vaya, la veremos por aquí de nuevo. Sabemos que conseguirá el trabajo, buena suerte. —siempre había sido positivo ante la vida, y eso explicaba sus más de 40 años de servicio en el hotel. Subí al décimo piso, donde se encontraba la gerencia del edificio. Me senté junto a otras seis personas que también aspiraban al puesto. No pasó mucho tiempo antes de que mi nombre resonara en el pasillo desde la oficina de la jefa de recursos humanos.

—¡Isabel Bloom! —anunció su voz estridente. Caminé hacia la oficina. —Puede tomar asiento. —lo hice y esperé a que ella iniciara la entrevista.

—Buenos días, Isabel. Gracias por venir a la entrevista para el puesto de Gerente en Elegancia Escarlata. Estamos emocionados de tenerte de vuelta. —lucía un traje rojo con una blusa blanca. Su mirada era suave y amigable a pesar de ser la entrevistadora.

—Buenos días. Gracias por considerarme. Estoy emocionada de estar aquí. —dije, tratando de establecer un tono positivo.

—Para empezar, nos gustaría saber más sobre tu experiencia previa en Elegancia Escarlata. Ya sabemos que has desempeñado varios roles aquí, ¿puedes hablarnos más al respecto? —la primera pregunta era la que esperaba.

—Por supuesto, he trabajado en diferentes áreas del hotel, desde limpieza hasta atención al cliente. Mi último puesto fue como camarera en la sección privilegiada del hotel, donde aprendí mucho sobre la importancia de la atención personalizada.

—Suena impresionante. ¿Cómo crees que tus experiencias anteriores en el hotel te han preparado para asumir el rol de gerente?

—Bueno, considero que he tenido la oportunidad de conocer cada rincón del hotel y entender las necesidades de nuestros huéspedes desde diferentes perspectivas. He aprendido a trabajar en equipo, manejar situaciones de alta exigencia y mantener la calma bajo presión.

—Muy bien. Como gerente, tendrías que liderar equipos y tomar decisiones estratégicas. ¿Cómo te ves manejando la responsabilidad de dirigir a un grupo de empleados?

—Supongo que mi experiencia en roles anteriores me ha dado la capacidad de liderar de manera efectiva. He trabajado con equipos diversos y he aprendido la importancia de la comunicación clara y la empatía para motivar a los demás.

—Elegancia Escarlata se enorgullece de ofrecer un servicio de alta calidad. ¿Cómo contribuirías a mantener y mejorar esos estándares como gerente?

—Pienso que la clave está en la atención a los detalles y en la constante búsqueda de la excelencia. Trabajaría estrechamente con el personal para asegurarme de que comprendan la importancia de brindar un servicio excepcional y estar siempre atentos a las necesidades de nuestros huéspedes.

—Excelente, Isabel. Por último, ¿tienes alguna idea o propuesta que opinas que podría mejorar aún más la experiencia de nuestros huéspedes en Elegancia Escarlata?

—Sí, tengo algunas ideas en mente, especialmente en lo que respecta a la personalización de servicios y la implementación de programas de fidelización para nuestros clientes habituales.

—Estamos emocionados de escuchar más sobre esas ideas. Gracias por compartir tu visión con nosotros, Isabel. Nos pondremos en contacto contigo pronto.

—Gracias a ustedes. Estoy ansiosa por la oportunidad de contribuir al éxito continuo de Elegancia Escarlata. —me levanté, dejando la oficina con una sonrisa en mi rostro.

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