De tal palo, tal hastilla.
El mismo día por la tarde.
Amelia.
Me remuevo entre los brazos de mi hermana, siento mi cuerpo pesado. El precio de una noche de violencia y victoria. Intento quitar su brazo con suavidad, pero ella me estruja más contra su anatomía. Mi boca se curva en una sonrisa ladeada, le susurro unas cuantas cosas al oído y afloja su agarre.
Me estiro cuando quedo sentada en la orilla de la cama, hago una mueca de dolor y me levanto con Natasha gruñendo cosas que no logro escuchar porque me adentro al baño. Abro el grifo del agua fría, me quito el pijama que mi hermana me dio y me meto en la bañera. El agua gélida relaja mis músculos, me sumerjo con los ojos cerrados, siendo hipnotizada por la relajante sensación de tranquilidad. Nunca en mi vida había senti