CAPITULO 93

Tomé con prisa de la maleta un pantalón corto de playa y me lo puse. Salí desesperado tras ella. Pregunté a las personas de recepción si vieron a mi esposa y me señalaron que salió corriendo del hotel hacia la playa, por lo que me apresuré en ir hacia la misma dirección. Anduve varios minutos y traté de encontrarla, pero mi piel sentía que estaba lejos porque el cosquilleo habitual cuando la tenía cerca no se hacía presente.

De pronto, mis ojos se abrieron por la sorpresa que me causó aquella imagen: Ana, mi Ana, era sujetada por otro hombre.

Mi corazón se detuvo, mi pecho se oprimió y la respiración se me dificultó. Presioné mis puños con fuerza y tragué con dificultad al ver aquella escena. Por Dios que mataría a ese infeliz si no la soltaba de inmediato. 

Ya no podía negar lo que sucedía c

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