CAPITULO 152

Al día siguiente, le dimos forma a todo lo que se me ocurrió.

El ático del hotel, donde había una piscina climatizada y un jardín colgante, sería el escenario principal de mi pedida de matrimonio. Encargué mil quinientas noventa y cinco dalias silvestres en diferentes matices de Cuernavaca, ya que esa preciosa especie en la cultura mexicana representaba los impulsos y la pasión. ¿Y qué mejor flor para representar lo que viví a su lado?

Desde que la conocí, actué por los impulsos de mi corazón y mi alma. La amé con pasión y amor infinito desde el primer día. No había mejor modo de recordárselo que llenando aquel lugar con la cantidad de flores que representaban los días de su ausencia, en los que la pasión y el impulso por quererla de vuelta jamás desaparecieron.

Marcel estuvo un tanto molesto y tuve que explicarle con la mayor sutileza posible lo que en verdad pasó. Solo perdonó mi falta cuando le dije que su madre se quedaría para siempre con nosotros y que le pediría matrimonio.

La
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