Lucca
Al día siguiente, concerté una cita con los mafiosos para reunirnos aquí, en la casa. Era el momento de resolver los asuntos pendientes sobre la gestión del negocio y también de compartir la decisión de que Romeo vigilara a uno de los hijos de la familia Matarazzo. Sabía que tenía que entender lo que ocurría entre bastidores y por qué los Matarazzo querían muerto a Marco, el jefe de la mafia.
Mientras esperaba a que empezara la reunión, me paseaba de un lado a otro de la sala. Mi mente estaba llena de preguntas y sospechas sobre los motivos de este acto despiadado. Marco era un líder respetado y, a pesar de la naturaleza de nuestro mundo, tenía enemigos, pero el nivel de brutalidad de este ataque superaba todo lo que hubiera podido imaginar.
Cuando empezaron a llegar los chicos, saludándome con asentimientos y expresiones serias, supe que el ambiente era tenso. Era el momento de afrontar la realidad de haber perdido a Marco y hacer frente a los retos que nos esperaban. Nos senta