Capitulo 2

Una muerte por otra

Dos meses

Como cada noche me desperté con la respiración acelerada recordando aquel nefasto día, pasé mis manos por mi rostro hasta que sentí la mano de Berenice posarse en mi pecho, gire mi rostro en la cama, y al verla un suspiro de desepcion broto de mi boca. Relativamente ella provocaba que mi pecho pesara, aparte su brazo, saliendo de las sábanas, tomé mi bata y salí de la inmensa carpa viendo el amanecer y la quietud del bosque despertando.

—¿Que es esa voz que escucho…? Como si me llamara solo a mí. —Murmure mirando con intensidad al tupido bosque verde que de sus entrañas escupía una niebla espesa. Y sin pensármelo un segundo más me trasforme en lobo y salte hacia el bosque, adentrándome a sus raíces. Beliat… lo repetía, pero él tampoco sabía que era lo que nos llamaba con tanta insistencia.

El viento acariciaba mi pelaje, y los millones de sonidos sobre la tierra y el cielo, de cada pequeña flor, insecto y animal siendo movida por el viento o dejando su olor por todas partes, los podía oír y oler con tanta claridad que me llenaba… la humedad sobre mis pies, la sensación de libertad era inigualable. Transformarse era como quitarse un zapato apretado y dejar estirar tus dedos, entonces la escuche de nuevo…

“Te necesito, ven a mi”

—¿quién eres? ¿Dónde estás?

“Matt… me necesitas, tanto como yo te necesito…”

Del bosque salió una figura desnuda, era... era... Angela… su cabello cubría sus hombros, mientras sus senos desnudos eran acariciados por el viento que soplaba en la mañana, negué incrédulo fustigando a mi mente por seguir mostrándomela en sueños, porque no podía sacarla de mi mente… ¿por qué?

—Porque me necesitas, ¿cuanto tiempo pasara hasta que tus instintos me busquen?

—Ya no hay nada que nos una… tú no eres real, ¡No estás aquí! —propine furioso conmigo mismo dejando que poco a poco mi ser volviera en sí, calme mi respiración cuando escuche.

—Si no soy real, entonces porque puedo hacer esto… —tomo mi rostro en sus manos mientras me erguía frente a ella. Sus manos delicadas se deslizaron por mi cuello hasta llegar a mi pecho tan reales y palpables. Sonrió levemente posando su mano en mi corazón.

—Cómo es posible….

—Matt, no me dejes te necesito. —Reposo su rostro en mi pecho abrazándome con fuerza.

—No… estoy con Berenice, con mi manada, y tu ahora somos enemigos… yo te aleje.

—Tu corazón… late con fuerza… es mío… mío…

—Angela…—de repente atravesó mi pecho con su mano, dejándome sin respiración mientras la sangre brotaba, desconcertado la mire sonreírme para luego con fuerza arrancarme de cuajo el corazón.

—Ahora me perteneces… —lo mordió entre risas comiéndoselo a bocados grandes llenando su boca de sangre, mientras sus dientes de loba crecían. De repente abrí mis ojos con la respiración acelerada, toqué con rapidez mi pecho entendiendo que todo había sido una alucinación, seguía viendo el bosque ni siquiera me había movido… ¿entonces que diablos había sido eso? Sentí la mano de Berenice que aparte con rapidez.

—¡Oye! ¿qué diablos te pasa ahora? —negué intentando entrar en la carpa para darme una ducha.

—¿Que tanto veías? Te estuve llamando y parecías ausente.

—Solo pensaba, déjame en paz Berenice es muy temprano. —Me miro con desagrado y soltó.

—La morada parecía estar buscándote, solo quería avisarte —Asentí y sin más me encerré en el baño aun respirando con rapidez, había sido tan real todo… que diablos había sido eso, no fue un sueño… Tenía que apurarme y ver a Galaxy, hoy era un día muy importante… hoy era el entierro de Sky.

—Te has demorado en llegar. —Dijo Galaxy con contundencia, terminando de firmar uno papeles para entregárselo a un chico y salir de la carpa.

—Perdón, he tenido una mañana movidita.

—Yo sí que he tenido una mañana movida. —Dijo con la voz apagada, seguramente no era fácil preparar el entierro de tu mate.

—Te dije que me lo dejaras a mí, no tienes que pasar por esto sola.

—Y yo te dije que puedo hacerlo. —Increpo con dureza casi como si me amedrentar con sus palabras, me odiaba… de hecho, odiaba a todo el mundo desde lo ocurrido. Aquella dura, pero sensible mujer se había ido y ahora era un duro cascaron sin vida.

—Apagar tus sentimientos no es suficiente.

—Pero es lo que nos hace sobrevivir, sin eso no podría seguir. Tu deberías saberlo más que nadie —aparte mis ojos y escuchando su suspiro soltó —Basta, no te llame para estas tonterías…

—Después del entierro, viene la ceremonia de sucesión del nuevo Alfa —una arcada incontenible me embargo, la detuve pensado en aquella macabra celebración.

—No hare semejantes ritos.

—Es la tradición, matt, la manada esta últimamente preocupada y distante, si no te comportas como su verdadera alfa caerán en desesperación perdidos sin un líder al que seguir.

—Sabes que siempre desprecie este mundo, jamás me comería a mi padre…

—¡Y entonces que harás, dejarlos morir! Tu padre los destruyo y ahora seguirás sus pasos —guarde silencio y ella dijo.

—Será un segundo, luego todo pasará… hazlo por ellos y por mí.

—Entonces cambiemos las cosas, siempre quisimos que todo esto acabara, ahora tenemos la oportunidad de hacerlo, por fin podríamos ser felices de tanta muerte. —Esbozo una leve sonrisa que fue más de desagrado que un sincero sentimiento.

—Como si fuera tan fácil… esas ideas han muerto, no puede haber paz con tanta sangre derramada. —Propino con una rabia tan profunda que me hacía temblar los huesos.

—Galaxy…

—Basta… no digas nada más, ¿acaso has olvidado lo que ha pasado…? ¡Acaso no te das cuenta de quien vamos a enterar hoy! Era inocente… no me pidas paz cuando no hay nada que proteger. —Dijo apretando su quijada mirándome con rabia. Me odiaba por no dejarla matar Angela en aquel momento, lo sentía… su loba me lo recordaba todos los días.

—A que costo…

—¡Al costo que haga falta! Se termino la conversación —Galaxy salió y mi mirada se agazapó, de nuevo esa sensación de culpa se apoderaba de mi alma. En estos momentos como desearía escucharte animarme Sky, tu entre todas las personas veía algo bueno en mí.

Era completamente de noche y solo la luz de luna llena iluminaba nuestros caminos, nuestra señora madre luna… era poético que el día que liberaríamos el alma de Sky como ella siempre quiso, la luna se alzara en el cielo completamente despejado. Toda la manada se acercó al pequeño bote construido de leña del árbol Ikdrasil, un árbol santo que solo se utilizaba en ceremonias funerarias, se decía que el humo te guiaría al Valhala. Cuando fue mi turno no sentí nada… una mueca de sonrisa se formó en mi rostro apretando el puño que sostenía aquella flor casi marchita.

—Por supuesto que no sentía nada… los apague. Lo siento Sky no podre derramar una lagrima por ti esta noche, ahora soy el alfa, nadie quiere ver a su líder flaquear. —Mire su rostro y una perpetua sonrisa permanecía en su rostro, casi como si solo durmiera esperando a ser despertada.

—Adiós, bonita… lo único que sé, es que tu más que nadie se merece ese puesto en el reino, siempre fuiste un ángel. —Deje la flor sin poder verla más. Cuando todos terminaron, la sabia anciana Bendijo la barca con unas palabras lanzo tierra del suelo y soltó.

—Vuelve a la tierra hija mía…—empujaron la barca a la orilla del lago y sin más empezó a flotar llevándosela. Entonces escuche que Galaxy propino.

—¡Apunten! —la fila india que la acompañaba alzo sus arcos al cielo —¡Enciendan! —increpo de nuevo con frialdad y todos lo hicieron al mismo tiempo. La mire al ver que guardaba silencio miro a la lejanía como se alejaba el barco y cuando pensé que se partiría en llanto soltó.

—¡Disparen! —las flechas salieron disparadas, cayendo en el barco que poco a poco se incendio, miro un segundo largo y pude ver una simple lagrima escapar, la aparto con su mano alejándose del lugar.


—¡Disparen! —y soltaron el primer cañón de sus armas —¡Disparen! —soltaron el segundo cañonazo, una y otra vez dispararon después de mi orden hasta que el silencio se formó y el humo de los cañones ascendió al cielo nublando, después de un largo silencio empezó a llover y las trompetas entonaron una solemne y triste despidiendo a la alcaldesa Clara Hackett. Me pare frente al atril con miles de personas y cámaras en mi rostro.

—Hoy es un día triste para el pueblo de Hackett, la justicia, nuestra guía, y la persona quien velaba por todos ustedes se ha ido, pero este no es el fin de este esplendoroso pueblo, porque el día hoy es gris, pero mañana saldrá el sol para este lugar.

—¿Y quién será la nueva alcaldesa? La gente está muy asustada he insegura del futuro de este pueblo después de la muerte de la alcaldesa… las personas quieren saber quién gobernará de nuevo este pueblo tan pacíficamente como lo hacía su madre. —La voz se agarroto en mi garganta, mire al consejero de mi madre y con una expresión dura me insto a contestar, pero ni siquiera yo sabía si este puesto me quedaría demasiado grande.

—Yo… soy Angela Hakett, no esperen que sea como mi madre… una nueva era comenzará para este pueblo, y solo deseo que sea para bien. Seré su alcaldesa, pero también seré la luz para traer la paz a este pueblo después de tantos años. —Baje del atril mientras las fotografías no se hacían de esperar y el murmullo preocupado de la ciudadanía aturdía mi mente, un escolta puso un paraguas sobre mi sosteniéndolo, mi mirada se perdió en los bosques un segundo y con rapidez entre en el auto.

—No estuvo mal, pero para la próxima necesitamos las palabras que todo el mundo quiere escuchar, eso evitara indagaciones y elucubraciones innecesarias.

—Solo dije lo que sentía, hace solo un mes de la muerte de mi madre y ahora se supone que tengo que ser ella, estoy haciendo lo que puedo —indique mirando como el cristal de mi ventana era llenado de pequeñas gotas.

—Pues tendrá que serlo, su madre le dejo todo estipulado si algo le pasaba, menos sentimientos y más racionalidad. —El hombre siguió hablando mientras Sefire murmuraba una y otra vez.

“necesito oxígeno... necesito oxígeno... no puedo respirar…”

La respiración empezó a faltarme cuando de repente el auto se detuvo en la propiedad Hakett sin pensármelo un segundo más, abrí la puerta del auto escuchando el reproche de Gaspar y del segurata que salió con rapidez con el paraguas, alce mi mirada al cielo dejando que la lluvia mojara mi rostro, tome un fuerte respiro cuando escuche.

—Menudo espectáculo de alcaldesa tenemos —me giré con rapidez al escuchar esa voz criticona, entonces me encontré con la seria expresión de Paul, con unas greñas largas y un atuendo desaliñado, parecía acabado de salir de la montaña.

—Volviste… —le abrace con fuerza recibiendo una palmadita en mi espada.

—Ya, no seas tan llorona, te dije que volvería…

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