Corazón roto

Tan pronto está la salsa, sirvo el pollo en el plato y llevo la salsa por encima de el. Las papas fritas y una ensalada de verdura es lo que lo acompaña. Espero que todo hay quedado en su punto y, aunque no es la gran cosa, lo he hecho con el corazón para demostrar lo agradecido que estoy no solo con mi hermano, sino también con Evelyn que me ha recibido con tanta amabilidad en su casa.

—No se compara ni un poco a las comidas que tú haces, pero me parece que tiene un buen sabor — pongo los platos sobre la mesa y me siento al otro extremo de esta—. Buen provecho. 

—Muchas gracias, Dorian — recoge los cubiertos y da el primer bocado al pollo—. ¡Qué rico está! Debes darme la receta de esta salsa. 

—Es solo salsa de tomate y otras cosas más que encontré en la nevera... — me encojo de hombros y ríe. 

—Tendremos entonces que adivinar, ¿no? 

—Así es — rio junto a ella y pruebo el pollo—. Realmente sabe muy bien para ser la primera vez que hago una salsa a ciegas. 

—La cocina es arte, siempre y cuando le pongas corazón, todo quedará delicioso sin saber el embrollo que hiciste — sus palabras me sacan una fuerte carcajada. 

—Es un embrollo que da gusto. 

Asiente con la cabeza y nos ponemos a adivinar los ingredientes de la salsa. No es que no los supiera, porque solo fue limón, cilantro, cebolla larga, sal, pasta de tomate y pimienta lo que le eché, sino que al menos pude lograr que olvidara el mal momento en el que se encontraba con mis estupideces. No debe importarme las discusiones que tiene con mi hermano, después de todo, cada pareja sobre este mundo las tiene, pero siento que hago parte del problema de alguna manera.

En cuanto terminamos, ella no me dejó lavar los platos, por lo que, mientras lo hacía, fui recogiendo la mesa y terminando de limpiar la estufa. Por un momento olvidé que era mi cuñada con la que me encontraba y quise abrazarla, pero me di cuenta a tiempo de que no era mi esposa y salí en par patadas de la cocina. 

¿Qué me pasó? ¿Por qué tuve la necesidad de abrazarla, pegarla contra mi pecho y besar su cuello mientras ella lavaba los platos y se dejaba querer por mí? La falta que me hace mi esposa es insoportable. Necesito de su boca, de su piel y de su corazón para seguir con esta vida que se ha vuelto tan patética y vacía.  

Mis brazos estuvieron a nada de rodear su cintura, ¡qué vergüenza donde lo hubiera hecho! Virgen del agarradero, por fortuna recapacité justo a tiempo y no cometí un gravísimo error con mi cuñada. 

Me atrevo a llamar a mi esposa y ella no tarda en responder, pero en lugar de hablarme de esa manera tan dulce que me derretía, en su voz se denota el fastidio que le causo incluso mediante una llamada. 

—¿Qué quieres? ¿Cuántas veces tengo que decirte que no quiero que me busques más? 

—Sara, mi amor... 

—Que no soy tu amor — dice entre dientes, pero le entiendo a la perfección—. ¿Firmaste el divorcio? 

—No, no pienso firmar el divorcio. Yo te amo y voy a seguir luchando por a ti y nuestro hijo. Por favor, mi amor, permíteme verlos, ¿sí? No te haces una idea de lo mucho que los extraño.

—Firma el maldito divorcio, Dorian, no me compliques más la vida. Puedes ver a tu hijo cuando quieras, pero será una vez hayamos pactado su custodia y los días de visita, ¿de acuerdo? Mientras tanto, no me jodas más y metete en la cabeza de que no quiero seguir más a tu lado, porque simplemente el amor que te tenía ya se murió — cuelga la llamada, rompiendo mi corazón en mil pedazos por esa dureza en la que escupió cada una de sus palabras. 

¿Diez años demostrándole mi amor y devoción no fueron suficientes? ¿Acaso no significó nada nuestro amor? ¿Cómo es que puede ser tan dura conmigo? ¿Qué debo hacer para recuperarla? ¿Debo darle más tiempo, aunque sienta que cada día la pierdo más y más? 

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