Con la mirada agachada con cuidado de no tropezarme, una armadura negra se atravesó en mi camino. Al levantar la mirada lo vi, un joven de piel blanca y ojos penetrantes. La cicatriz en su rostro lo hacia verse imponente, apuesto a que sus enemigos en batalla le temen pero yo no. Con un rápido movimiento podría sacar la daga en su cintura y cortar su garganta. La armadura lo hace más lento, un viento fuerte me arranco el velo mi mente no pensaba en sujetar el velo así que solo lo deje pasar. Sin el velo pude mirarlo con más detalle, es un hombre apuesto pero hay tristeza en su interior. Algo en el me recordaba a mi hermano se me escapo una sonrisa, sostuve la mirada unos segundos y luego me dirigí a la caja que llaman palanquín.
Insisten en llevarme en un palanquin podríamos ir más rápido si montará a caballo, comenzamos nuestro viaje camino al palacio. El general fue siempre cerca de mi palanquin un par de veces abría la pequeña ventana un poco tan solo para ver cómo los rayos del s