49. La iba a perder
Lágrimas calientes se derramaban por las mejillas de Gala sin control.
Las palabras de su propia hermana calando dentro de su ser, llegando a lo más profundo de ella, destrozándola vértebra por vértebra, pero nada fue tan doloroso cuando miró a Ramsés, con la vista empañada y el corazón en la mano, y le preguntó con ingenua valentía:
— ¿Es… verdad? — su voz temblaba.
Ramsés, temblando de impotencia, la miró descompuesto.
— Gala, mi amor… — pero las palabras no salieron de su boca, y aunque hubiese deseado desmentir a Giulia con todo su ser, así de cruel como ella lo contaba, así era.
Su miserable plan había sido despiadado.
Gala se llevó las manos a la boca, ahogando un jadeo de horror. En ella había esperanza de que todo fuese mentira, pero él… él acababa de confirmar que era verdad.
— Gala…
— ¡No te acerques! — ella lo rechazó con temple, limpiándose con enojo las lágrimas. Abatida, desconsolada. El hombre que amaba, acababa de romperle el corazón en cientos de pedacitos.
— Tienes qu