Mi madre me guío hacia el consultorio del doctor Adam mientras mi padre me escoltaba y Camille estaba al otro lado, con su mano en mi hombro mientras yo sostenía con esa mano mi bastón.
Suspiré cuando nos detuvimos e imaginé una puerta blanca con un número o una placa con el nombre del doctor, pero no sabría hasta que no lo viera con mis propios ojos. Con nerviosismo, golpeó mi madre varias veces y sentí que mi corazón se detuvo en el momento que escuché la puerta abrirse y sentir el aroma del doctor frente a mí.
Humedecí mis labios – Buenos días, doctor Adam.
Extendí mi mano que tenía tomada con la de mi madre y él la estrecho amablemente haciéndonos pasar a los cuatro.
Tomé una fuerte bocanada de aire cuando me senté y el doctor