II

Me limité a comer mientras mi padre empezó a decir ideas que se le habían ocurrido sobre un nuevo proyecto literario, ya que es un escritor muy conocido a nivel nacional y mi madre lo apoyaba aun con la voz forzada, mostrando incomodidad debido a lo que dijo mi hermana. Por su parte, Camille se quedó callada toda la cena al igual que yo, hasta que escuché su móvil sonar y que corrió la silla saliendo a correr, escuchando después la puerta de entrada abrirse y cerrarse de un portazo oyéndose los pasos no solo de mi hermana, sino también de alguien acompañándola.

- Buenas noches – dijo una voz masculina que desconocí por completo.

Al momento sentí a mi padre tomar mi mano mientras me giré en dirección a la voz.

- Buenas noches – murmuramos mis padres y yo al unísono.

- Vale, papá, mamá, Alia. Les quiero presentar a Will – afirmó notándose en su voz demasiada emoción.

Esbocé una sonrisa – Hola, Will. Hemos escuchado hablar mucho de ti – fui la primera en hablar.

Después mi mamá lo saludó y a mi padre gruñir en desaprobación dándole un saludo forzado. Ante ello, apreté su mano indicándole que estuvo mal lo que hizo.

Camille soltó una risita – Vino a recogernos – comentó haciendo que enarcara las cejas.

- ¿Recogernos? – preguntó mi madre extrañada.

- ¿Vamos a algún lado, acaso? – preguntó mi padre, supongo mirando a mi madre.

Camille bufó en desaprobación – No vamos todos. Will va a llevarnos a Alia y a mí a una fiesta que está organizando Hanna en su casa – comentó con obviedad haciendo que abriera los ojos como platos asombrada.

- ¿Una fiesta? – pregunté en un susurro ante la loca idea de estar en una fiesta.

He ido a muy pocas en realidad, pero siempre son con mis amigas, nunca con mi hermana, de por si ella y yo no compartimos el mismo tipo de amigos, a pesar de que es dos años menor que yo y a recorrido más mundo que yo, por así decirlo.

- Sí, Alia. Iremos a una fiesta – comentó escuchándose sus pasos acercarse hacia mí.

Tragué saliva cuando tomó mi mano y me ayudó a levantar.

- Pero primero debemos arreglarnos – finalizó dejando a mis padres y a Will en el comedor mientras me guiaba a la segunda planta a nuestras habitaciones.

****

Tomé una bocanada de aire y caminé junto a Camille que tenía su brazo enganchado al mío mientras saludaba a personas a las que su voz simplemente las desconocía completamente.

- Camille, esto es una mala idea. Nunca he estado en una fiesta que tu acostumbras a ir – murmuré dudosa escuchando que Camille se rio y me dejó en la mano un vaso de plástico.

- Tranquila, solo es una fiesta. No te pasará nada – comentó al tiempo que subíamos tres escalones de piedra y dimos otros cinco más hasta llegar a la puerta de entrada donde la música atronó mis oídos sin poder escuchar mis pensamientos.

Tragué saliva y entramos escuchando todo lo que sucedía a mí alrededor y Camille saludaba a más personas que aparte de que no podía reconocer su voz, no las podía ver y eso me desesperó aún más. Como pudimos, Camille me llevó a un sillón y me senté estando más cómoda y decidí tomar un sorbo del líquido en el vaso que me había dado Camille en la entrada, mientras sentí el sabor del vodka en mi paladar.

Tosí varias veces haciendo que Will se burlara de mí y Camille se levantara - Vamos, ¡adoro esta canción! – exclamó eufórica.

Will aceptó y sentí cuando se levantó y asustada busqué a tientas la mano de Camille. Al encontrarla la jalé hacia mí con la suficiente fuerza para que se agachara.

- Camille, volvamos a casa, no conozco este lugar... - empecé, pero me interrumpió zafándose de mi agarre.

- Por favor, Alia. Acabamos de llegar – refunfuñó como cuando tenía cinco años y sacaba el labio inferior mirándome con ojitos.

Negué levantándome – Bien, entonces quédate. Me iré yo - afirmé decidida tomando mi bastón y empezando a alejarme a tientas sintiendo los empujones de las personas.

Cuando estaba pasando junto a una mujer que reía fuertemente, un muchacho se cayó apenas rozándome la mano, pero haciendo que mi bastón cayera al suelo y escuché como se rompió al impactar debido al peso del muchacho.

Llevé mis manos a la boca escuchando como todos a mi alrededor se reían y vitoreaban, hasta que alguien frente a mi tomó mi mano y la alejé con brusquedad.

- Hola, cariño. Supongo que esto es tuyo – comentó dejando en mi mano un pedazo del bastón roto.

Contuve un sollozo y asustada me llevé la mano al bolso donde tenía mi móvil para llamar a mis padres, pero el mismo muchacho que dejó el bastón roto en mi mano, me rapó el móvil.

- Wow. ¿Qué tenemos aquí?... – preguntó escuchando que se empezaba a reír cuando debió intentar desbloquear mi móvil, pero no pudo - Eres ciega – se rio haciendo que los demás empezaran a cuchichear

- Yo... - dudé agachando la cabeza sintiéndome indefensa, sin fuerzas. Sin poder decir ni hacer nada porque la visión me falta y sin poder ver, estaba casi como tener los brazos cruzados y dejar que hicieran conmigo lo que quisieran. Así que decidí hacer lo más tonto en toda mi vida

- Dámelo... - ordené extendiendo la mano botando el bastón al piso –...por favor

A continuación, escuché una fuerte carcajada proveniente del muchacho que tomó mi mano y me puso la de una chica encima de la mía.

- Toma. Tu celular para ciegos – se burló haciendo que las personas alrededor de mí se burlaran haciéndome sentir cada minuto más pequeña e insignificante.

- ¡Esto no es mi móvil, es la mano de una chica! – grité con todas mis fuerzas quitando la mano de la mía agachándome para tomar mi bastón roto, o al menos la única parte que pude tomar antes de que una chica con el pie me empujara haciendo que cayera al piso.

Todo a mí alrededor estalló en una carcajada mientras las lágrimas se empezaban a hacer presentes mientras seguía igual. Viendo sola oscuridad tirada en el piso de una casa que no conozco, en medio de personas que no conozco y tampoco puedo ver. Lo que hizo que con rabia lanzara la parte del bastón que tenía en mi mano a la nada, a lo que escuché romperse algo a pocos pasos de mí y todos quedarse callados.

- ¿Pensabas pegarme? – Preguntó el muchacho, agachándose hasta que escuché su voz en mi oreja – suerte con eso... ciega – murmuró vocalizando cada palabra como si me estuviera pegando un puñal con cada una de las silabas que pronunció.

Desesperada, alcé la mano en un puño, pegándole a alguna parte de su cara pero lo siguiente que escuché fue que los demás decían "Ohh" vitoreando.

- Ahora sí que me las vas a pagar – finalizó el muchacho, tomándome del brazo levantándome con mucha fuerza que hizo que pegara un grito asustada y me quitara mis gafas botándolas al suelo, fijándose que tenía lágrimas en los ojos – te daré algo por lo que llorar – farfulló llevándome mientras trataba de buscar entre el aire algo que me sirviera para golpearlo o algo con lo que aferrarme mientras gritaba el nombre de Camille pero el sonido de mi voz era disipado con la música a todo volumen.

Después de dar los siete pasos más difíciles de mi vida, anegándome a seguir dando otro más, el muchacho me levantó pasando su brazo por debajo de mis rodillas y con el otro mi espalda. Solté un grito empezando a arañar lo que pudiera mientras empezaba a subir los escalones conmigo en brazos.

- ¡¡Camille!! – chillé desesperada con las mejillas mojadas tratando de pegarle a la nada mientras el muchacho solo se burlaba.

Cuando subió lo que me pareció el sexto escalón se detuvo tensándose su cuerpo completamente.

- Quítate – farfulló mientras negaba llorando.

- Seas quien seas, por favor...ayúdame – sollocé haciendo que el silencio entre el muchacho, alguien que le obstaculizaba el camino y yo se instalara.

- Déjala en paz – ordenó otra voz masculina que de inmediato denotó autoridad llena de confianza.

El muchacho se encogió de hombros alcanzándome a subir unos centímetros y volviéndome a bajar - ¿Qué si no quiero? ¿Me matarás? – se burló.

- Puede... - sopesó mientras me imaginé que ladeaba la cabeza cruzándose de brazos con una postura igual de confiada que su voz - ¿intentamos?

Alarmada me tensé golpeando los brazos del muchacho asustada mientras mi mente me ordenaba que me alejara todo lo posible de allí, pero simplemente no podía. Me tenía entre sus brazos, atrapada, y no sabía cómo defenderme.

- Lo lamento, niña – finalmente dijo el de voz autoritaria haciéndome que me detuviera a girarme a verlo en su dirección, pero no me dio tiempo decir algo cuando caímos el muchacho y yo al suelo, rodando por las escaleras hasta que caímos al suelo y yo quedé encima de él.

Asustada, me aparté de él gateando, escuchando los pasos del chico que debió pegarle un puño o empujarlo, tomarme del brazo delicadamente volviéndome a alzar como antes me tenía el otro y girarse hacia algo detrás de él.

- ¿Necesitas más pruebas de que sería capaz de matarte si te metes en mi camino? – preguntó mientras sentía su corazón latir desbocado en su pecho y que me sostenía fuertemente.

Se escuchó un silencio tan grande, que varios segundos después empezamos a subir los escalones y después giró a la izquierda y después escuché que empujó una puerta de una patada y cerró cuando entramos, de igual forma.

- ¿Te hiciste mucho daño? – preguntó dejándome delicadamente en una cama.

De inmediato gateé alejándome todo lo que pude de él hasta que sentí las almohadas y tomé una llevándola a mi regazo.

Tragué saliva negando - ¿Cómo sé que no eres amigo de los que se burlaban de mi hace un rato? – pregunté secándome las lágrimas con el dorso de la mano.

Lo siguiente que escuché fue su risa. Un sonido ronco un poco prolongado que salía de lo más profundo de su garganta y de su ser, casi como si le diera gracia la situación en la que estábamos.

- ¿Crees que si fuera amigo de ellos, te hubiera salvado? – preguntó hundiéndose un poco el lugar a mi derecha.

Tragué saliva – No confió en nadie aquí.

- Sin embargo, confiaste en mi – murmuró sintiendo su mirada sobre mí.

Negué – Ya dije, no confió en nadie que esté en este lugar – afirmé con la voz ronca.

- Wow, profundo... - enarqué las cejas confundida humedeciéndome los labios. Lo imaginé cruzándose de brazos a mi lado mirándome con decisión.

- ¿Por qué lo dices? – pregunté en un hilo de voz.

- Porque... - se acercó a mí, hasta que su voz la sentí a centímetros de mi rostro – tú también estas en este lugar, lo que quiere decir, que no confías ni siquiera en ti misma.

Tomé una bocanada de aire mordiéndome los labios soltando después una carcajada llena de lágrimas secas y la voz ronca - cuando eres como yo, aprendes a ni siquiera confiar en ti misma – afirmé aplacándose mi voz con el viento. 

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