La lucha había sido intensa, pero la victoria de Alaric dibujó una sonrisa en los rostros de todos los Señores Dragón. Se miraron, felices de que, aunque la fuerza del Rey Lobo era aterradora, no hubiera triunfado sobre su rey. De lo contrario, habría sido una gran vergüenza para ellos que el todopoderoso Rey Dragón fuera derrotado por un simple Rey Lobo, una criatura que se suponía inferior a ellos.
Iris había visto a Alaric sonriendo a alguien y siguió su mirada, solo para ver a Mariah. Sus uñas se clavaban en su piel por la fuerza con la que apretaba los puños. ¿Qué le pasaba a ella para recibir la sonrisa de victoria de Alaric? ¿Sería cierto lo que especulaban las criadas? ¿La estaría reemplazando alguna princesa demonio? Claro que no, jamás lo permitiría. Había que hacer algo; sabía que los Señores Dragón jamás aceptarían que el rey estuviera con una princesa demonio terrestre. ¿Y si ella los instigara a una reunión para enviarla de vuelta? ¿Funcionaría? Los señores dragón se ace