Don Fernando hizo un gesto con la mano, y su secretario le entregó a Carmen dos copias impresas del contrato.
Carmen seguía perpleja.
Se tomó el tiempo para leer cuidadosamente cada cláusula, preocupada de que pudiera haber un error en las condiciones enviadas por el departamento legal. ¿Tal vez habían ofrecido un precio demasiado alto? De otro modo, no podía entender por qué los Fernández estarían tan dispuestos a firmar el acuerdo.
Sin embargo, tras revisar el contrato, su asombro solo creció:
—Don Fernando, esto...
Don Fernando sonrió con serenidad:
—Es correcto. He hecho unos pequeños ajustes en el contrato. En base a la oferta de su empresa, los Fernández hemos decidido hacer un descuento especial como muestra de nuestra sinceridad y agradecimiento.
—Don Fernando, con el debido respeto, ¿puedo preguntar la razón detrás de esto? —Carmen no podía creerlo.
—¡Porque su hija le salvó la vida a mi hija! —declaró don Fernando en voz alta.
Ante el asombro de todos los presentes, Lucía tam