Adriana entró directo al vestidor de mujeres y, antes de cerrar la puerta, fue dura:
—¡Verte me quita el apetito!
La puerta se cerró de golpe. José suspiró, se dio la vuelta y le dio unas instrucciones rápidas a Rafael, que salió de inmediato a cumplirlas.
Poco después, Julia, aun cojeando, se enteró de la situación y fue a esperar a Adriana en la entrada del hotel para llevarla a su habitación.
Pidieron algo del restaurante del hotel y comieron en la habitación. Fue una comida sencilla, pero al menos Adriana sintió que su estómago mejoraba un poco.
Mientras comían, el teléfono de Julia sonó. Ella lo revisó sin mucho interés, pero al ver la primera línea del mensaje, sus ojos se abrieron con sorpresa y agarró el teléfono con fuerza:
"Es sobre la vida de Adriana. No hagas ruido, devuelve la llamada rápido."
—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Adriana al notar su reacción.
—Nada… no te preocupes, eh… Voy a hacer una llamada. —dijo Julia, nerviosa, y salió de la habitación, apre