Adriana no podía creer que la señora Torres y Amelia fueran mejores amigas. Se tocó las cejas, pensativa. El mundo es un pañuelo y pues nosotros apenas somos sus mocos.
No era raro que la primera vez que cayó en la trampa en los campos de flores de Madecia y terminó en el agua, tuvo que usar un vestido prestado de don Lorenzo para regresar. La señora Torres había dicho que el vestido le parecía conocido… ahora entendía por qué: era la ropa de una vieja amiga.
Cuando don Lorenzo habló del pasado, aunque fuera solo un poco, su cara parecía más tranquila.
— Pronto, el Comité Internacional de Perfumería hará una competencia. Los participantes se inscribirán con sus mejores obras. ¿Te gustaría ir conmigo a Maravilla? Ricky también va a participar —preguntó don Lorenzo, recordando el evento.
— ¿Voy a inscribirme con “Flores en el Ártico”? —preguntó Adriana, sintiendo una emoción inesperada.
— Como tú quieras, no hay problema.
Don Lorenzo sonrió con orgullo al ver el talento de su