Dos días después.
Adriana llegó al estudio de fotografía que el asistente de Alejandro le había indicado. Para su sorpresa, Ricky ya estaba allí, sentado en silencio mientras lo maquillaban, dejando que el estilista jugara con su cabello corto.
—¿Cómo va todo? —preguntó Adriana en voz baja al asistente de Ricky.
El asistente sonrió y respondió en un susurro:
—El maestro Ricky llegó temprano y ha cooperado en todo. Solo que… él y Alejandro no se hablan, ni una palabra…
—No hablar está bien, menos palabras, menos problemas —Adriana sonrió.
El hecho de que dos genios tan orgullosos no se hablaran ya era la mayor muestra de tolerancia mutua.
Cuando Adriana terminó de maquillarse, ella y Ricky se pusieron batas nuevas, blancas y azules, que combinaban perfectamente con el brillante laboratorio de fragancias.
Frente a ellos había instrumentos plateados y frascos de colores.
En la escena, un hombre y una mujer de aspecto sofisticado trabajaban con destreza en la creación de fragancias, lo qu