Capítulo 4

LOLA Y TOM EMPIEZAN a ir en serio, incluso están pensando en ir a vivir juntos. Ella está tan contenta que quiere celebrarlo, así que se me ocurre proponerle de hacer una salida de chicas.

El viernes salimos de fiesta, somos cinco y tenemos muchas ganas de pasarlo bien. Elena la hermana mayor de Lola no me permite beber, y aunque todas tienen ya dieciocho o más, a mí aún me faltan unos meses.

Ha pensado que sería más divertido ir a un Karaoke —pero no es divertido, canto fatal—, así que una vez en el local a Lola se le ocurre que salgamos a contar nosotras primero, entonces escoge "Yo no soy esa mujer" de Paulina Rubio, y aunque al principio me da mucha vergüenza cantar delante de tanta gente, al final ya no hay quién me baje de allí y termino cantando una yo sola. 

Al bajar del escenario me choco con un chico con el pelo rapado, y mira por donde es Pablo.

—¿Mia? Que sorpresa —me dice y me da dos besos.

—Hombre Pablo, cuanto tiempo.

—Sí, la verdad es que hace bastante. ¿Cómo te van las cosas?

—Pues muy bien, ¿y a ti? —le pregunto y miro hacia las chicas.

Lola me guiña un ojo y no sé por qué, pero tengo la impresión de que es cosa suya.

Después de un rato conversando, me pide el móvil y se lo doy, quedamos en llamarnos y vuelvo con mis amigas. Me siento junto a Lola y como quien no quiere la cosa, me pregunta por él.

—¿Quien era ese con quien hablabas?

—Sabes perfectamente que era Pablo.

—¿Ese era Pablito? Anda, no me digas —me dice con fingida inocencia.

—No te hagas la inocente, que no te pega nada Lolita —le digo y una sonrisa pícara asoma en su bonito rostro.

—Vamos, necesitas pasar página, Lucas ya es historia.

Al mencionar su nombre no puedo evitar pensar en la conversación que tuvimos Lola y yo después de aquella famosa noche cuando Lucas se marchó de la fiesta. Más tarde esa mañana vino a verme y me contó lo que hablaron Tom y él en su despacho, por lo visto escuchó como el primero le decía a este que me dejara tranquila sino quería nada conmigo. También le dijo que tenía que pasar pagina si quería volver a ser feliz, y aunque no me contó mucho más —pues no hoyó toda la conversación—, sí que me dijo que había escuchado un nombre: María.

No sé quién es esa María ni que relación tienen, pero me da la sensación de que es alguien importante para él.

Una hora más tarde necesito ir al baño y voy con Laura, una amiga de Lola que también es modelo. Al salir las demás se están poniendo las chaquetas para irnos y Elena me pone la mía por los hombros. Es más de media noche cuando llegamos a casa de Elena, por lo visto Quique, su marido, pasará la noche fuera y nos ha invitado a dormir para no quedarse sola.

Seguimos la fiesta allí, y como ahora ya estamos a salvo —según palabras de Elena—, me deja beber una copa de vino, luego otra, y al final termino durmiendo la mona en el sofá.

Me despierta un fuerte ruido a la mañana siguiente, al abrir los ojos solo veo a Elena y Lola, las otras dos por lo visto se han marchado horas antes y ni siquiera me he despedido de ellas.

Elena está haciendo zumo y eso hace que la cabeza me duela a rabiar, me duele tanto que ni dos aspirinas pueden quitarme ese dolor.

Lola me pasa un vaso con café y solo con olerlo siento unas terribles ganas de vomitar, salgo corriendo hacia el baño y escucho a esas dos brujas reírse de mí. Cuando salgo las chicas están desayunando y Elena me mira con preocupación.

—¿Nena, estás bien? —me pregunta—. ¿Necesitas algo?

—Sí por favor, si tienes algo para este dolor te lo agradecería.

—Es mejor que no tomes nada —me dice mientras me pasa la mano por la espalda—. Se pasará, créeme.

—¡Oh! Me quiero morir —le digo mientras apoyo la cabeza entre las manos. 

Cuando llego a mi casa son las diez de la mañana, me doy una ducha y me meto en la cama, necesito dormir y descansar, porque cuando llegue más tarde a casa de Olga, Liam me va destrozar.

No ha pasado ni una hora cuando recibo una llamada, y sin mirar quién es contesto.

—Soy Lucas. Necesito hablar contigo.

Sin decir ni una palabra cuelgo porque no me esperaba su llamada, y tampoco es que quiera hablar con él, necesito olvidarme de que una vez creí que... es igual, es solo una fantasía.

Por la noche bajo a casa de Olga, ella y André van a cenar fuera y es la primera vez que salen desde que él ha empezado a viajar por trabajo, apenas se ven los fines de semana y como ahora está de vacaciones, quieren aprovechar para salir una noche antes de irse con Liam a hacer un viaje de dos semanas.

Lucas me llama de nuevo pero esta vez no le contesto, el teléfono suena un minuto más tardes e insiste cada dos minutos. Al final opto por contestarle y ver que es lo que quiere. Tiene la voz tomada y parece estar mal.

—Buenas noches Mia, perdona si te he molesado, pero necesito hablar contigo. 

—¿Qué quieres, Lucas? —le contesto mal.

—Queda conmigo, por favor. Necesito que hablemos.

—No. Tú y yo no tenemos nada que hablar, lo dejaste bastante claro la última vez —le digo y cuelgo.

Llama de nuevo pero no solo no se lo cojo, sino que apago el teléfono hasta el día siguiente. Cuando enciendo el teléfono por la mañana descubro dos llamadas perdidas, y un mensaje:

[[Soy un idiota, siento mucho como me he portado contigo. Necesito pedirte perdón, pero necesito hacerlo en persona. Llámame, por favor]].

No le contesto, no quiero volver a hacerme ilusiones. Al final, después de algunos días sin responder a sus llamadas deja de insistir.

El miércoles a las doce del mediodía recibo una llamada de Pablo. Quiere que nos veamos y acepto encantada, necesito distraerme y él es muy simpatico, me cae bien, y hasta que conocí a Lucas él me gustaba bastante. Me recoge ese mismo día por la noche, a las nueve está en mi casa y de allí vamos a un Wok en el centro.

Me lo estoy pasando genial con él, no recordaba lo divertido y gracioso que es. Pablo me hace recordar los momentos tan buenos que pasábamos con Lola y la pandilla. Ahora estamos recordando cuando íbamos a clase en primaria y las veces que nos reíamos de las trastadas de Lola cuando hacía una de las suyas. Recuerdo un día que acabamos tirados en la playa a finales del verano porque ella se equivocó de la hora del último tren, se nos había escapado y no podíamos volver, terminamos dormidos sobre la arena enredados unos con otros para no pasar frío.

Una hora más tarde estamos dando un paseo para volver a casa, me acompaña hasta la puerta y luego quedamos en volver a vernos.

A la mañana siguiente me invita al cine, y así seguimos durante dos semanas donde nos vemos prácticamente cada día.

—Me lo he pasado muy bien —me dice cuando me deja en casa una tarde.

—Yo también, ha estado muy bien.

Se acerca demasiado, va a besarme y yo espero que lo haga. Estas semanas ha servido para darme cuenta de cuanto me gusta este chico. Es atento, cariñoso y muy divertido. Me ha hecho olvidar a Lucas, y aunque cada vez que pienso en él aún siento mariposas en el estomago, me he dado cuanta de que no es para mí. No ha intentado contactar conmigo desde la última vez, y reconozco que al principio tenía la esperanza de que no se rendiría, pero ahora sé que no puedo seguir esperándole. Tengo que avanzar y creo que Pablo es el indicado.

Me coge de la cara y acerca sus labios a los míos, me da un beso suave primero, y luego otro más cálido y caliente. Cuando no separamos los dos estamos sin aliento, tengo que reconocer que besa bastante bien.

—Deberíamos quedar los cuatro, nena —me dice Lola por teléfono después de decirle que estamos saliendo.

—Claro. Lo hablaré primero con él haber si le viene bien —le contesto y cuelgo.

Luego llamo a Pablo y este me dice que esta noche es perfecta.

Quedamos en un restaurante cerca de casa de ellos porque Lola mañana tiene un desfile y así pueden irse cuando quieran. Ya viven juntos, llevan como un mes y están muy felices, Lola parece más madura desde que esta con Tom, la diferencia de edad es solo de seis años, pero Tom le da ese punto de responsabilidad y madurez que a ella le falta, y Lola tiene esa mezcla de locura y diversión que encaja tan bien con la tranquila personalidad de él. Sé que les irá bien juntos, de hecho estoy segura.

Cuando llegamos Lola y Tom están sentados en una mesa del fondo haciendo manitas, a veces pienso que no pueden vivir el uno sin el otro.

—Idos a un hotel tortolitos —les digo y Lola se separa limpiando el carmín de la boca de él.

—¿Envidia, Mia?

A Tom me encanta burlarse de mí, pero siempre desde el cariño y el respeto, siempre que puede se mete conmigo, y yo con él claro está.

—No feo, prefiero chupar un limón a darte un beso —me burlo y le saco la lengua.

—Los dos sabemos que te mueres por mis huesos. No disimules más, pequeña.

—Aquí la única que se muere por tus huesos soy yo, que te quede bien clarito, nene —dice Lola muy seria y todos la miramos sorprendidos, incluida yo que la conozco bien, y hasta a mí me me han sorprendido sus palabras—. Aunque sea mi amiga no le voy a permitir que se pase ni un pelo.

—¡Lola! —interviene Tom que la coge por la nuca con cariño—. Era una broma.

—Lola perdona.

Nos mira a ambos y también a Pablo que no sabe dónde meterse. De pronto y ante nuestras caras de confusión, se parte de risa.

—Vaya caras se os han quedado, de verdad, que inocentes sois —nos dice y se mea de risa.

—Creía que nos iba a arrancar la cabeza a todos —se ríe Pablo.

—Lola ya te vale, me has asustado.

Me pongo la mano en el pecho pero termino riéndome como los demás.

—Cariño, prometo no engañarte nunca —dice Tom fingiendo estar asustado—. Me has dado miedo de verdad.

—Pues eso espero. Ahora fuera bromas, puedo ser brutal cuando me siento engañada —dice ella muy seria aunque en el fondo está bromeando.

—Que no me enteré yo de eso o te vas a enterar —añado—. Tom, te quiero mucho, pero quiero más a mi Lolita.

La cena transcurre entre bromas y piques, Tom se mete conmigo por cualquier cosa, y yo me burlo de él contestándole con respuestas mordaces. Lola y Pablo se llevan muy bien y están charlando y burlándose de sus respectivos hermanos —que son marido y mujer—, y mientras, Tom me explica algo relacionado con su trabajo. Me comenta que en su empresa están buscando una asistente.

—Tengo mucho trabajo, pero creo que tengo a la persona indicada —le digo pensando en alguien.

—¡Ah sí! Pues no dudes en mandármela.

—Perdona que me meta, pero, ¿a quién quieres que te mande? —le pregunta Lola poniendo la oreja en nuestra conversación.

Es un iman para enterarse de todo aunque parezca que no presta atención.

—Le hablo de Patricia, nuestra vecina. Necesita trabajar y Tom necesita una asistente —le explico.

—Bueno yo no, es Mark el que la necesita. Yo solo hago de intermediario.

—Bueno, pues eso. ¿Qué opinas? ¿Le digo que se pase mañana?

—Gracias Mia, sí, por favor. Le diré a Mark que vendrá por la mañana.

—Vale, pues la llamo ahora mismo.

Me levanto de la mesa y salgo a la calle, hago la llamada y cuando voy a entrar de nuevo, Lola, Tom y Pablo salen poniéndose sus abrigos. Han pagado ya y se quieren ir a casa.

—Estoy cansada, y mañana me espera un día movidito —dice ella y me abraza.

—Suerte nena. Llámame si tienes un hueco y comemos juntas.

—Eso está hecho. Normalmente tenemos tres horas de descanso para comer mientras preparan la pasarela.

—Bien —le contesto y le devuelvo el abrazo con un beso.

—¿Y para mí no hay beso? —se queja Tom aunque sonríe.

—Para ti no, feo.

—Anda ven aquí, pequeña.

Nos despedimos y Pablo me lleva a casa. En el camino de vuelta vamos cogidos de la mano, nos llevamos muy bien y tenemos muchas cosas en común. Aunque no estoy lista para pasar al siguiente nivel, reconozco que desde Lucas no creía que pudiera conectar con alguien tan bien.


Me pasa la mano por el hombro y yo me acurruco a él.

—¿Tienes frío? —me pregunta.

—No, así estoy bien.

—Vale, pero si quieres te abrazo más fuerte, no me importa —me dice y me aprieta un poco más.

Levanto la cabeza y le doy un beso en la mejilla, me siento muy a gusto estando con él. Creo que esto es el comienzo de algo.

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