Emily.
Rápidamente llego a la oficina de Alex. Y aunque el cuerpo no deja de temblarme, ignoro las sensaciones y las señales que envía mi cuerpo en signo de alerta.
—¿Puedo entrar? —pregunto asomándome a la puerta entreabierta de la oficina de Alex. Mi amigo se levanta sin dejar la seriedad indescifrable en su