Mientras más me acercaba a él, más sentía que se me aflojaban las rodillas y que mi corazón latía con más fuerza. Tenerlo frente a mí, me quitaba la respiración. ¿Algún día dejaría de pasarme eso al verlo? Traía un traje gris claro que se amoldaba perfectamente a su cuerpo, una camisa rosa pálido y una corbata negra con rayas diagonales en blanco. Deseé con todas mis fuerzas colgarme de su cuello y besarlo con verdadera devoción. Sus ojos me recorrían entera y sentí que me desnudaba con la mirada.
—Lexy, te presento a Mariano Gutiérrez y Dante Navarro —dijo Raquel señalando a cada uno. Le tendí la mano al acompañante de Dante y éste me la besó.
—Es un enorme placer conocerte al fin, Lexy. Soy un gran admirador de tu trabajo —dijo en un tono encantador. Mari