En la mansión de los destinados y el joven Alfa Dante llegaron y se encontraron con una preocupada Lea que los esperaba sentada en la sala de estar
Bruno! estás aquí! __ aquí estoy mi amada sirena, no te levantes mi amor! estás delicada aún! si te lastimas por mi culpa no me lo perdonaría cariño, decía Bruno Valentain mientras acariciaba una mejilla de la bella sirena
Dante estaba hirviendo de celos __ ya! ya! basta de todo! llevaré a descansar a Lea, ella está muy delicada aún, si se las suelto un poco me la matan!
Con las protestas de todos en sus